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Vergüenza será la gloria de los de los enemigos de la cruz

el fin de los cuales será perdición, cuyo dios es el vientre, y cuya gloria es su vergüenza; que solo piensan en lo terrenal.

En Filipenses, el apóstol Pablo habla de aquellos que son enemigos de la cruz de Cristo; estos andan según la carne, errados y actuando de manera diferente a lo que este hombre de Dios enseña.

Es por eso que muchos serán llamados, serán vergüenza y serán condenados por sus actos, por caminar en busca de las cosas materiales; esta será su perdición.

Podemos ver que Pablo se da cuenta con tristeza de la manera en que estas personas caminan, y a estos mismos los tenía como enemigos de la cruz.

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A continuación, veremos a un Pablo que expresa lo mal que se siente al ver la manera en que cada día estas personas se convierten en enemigos de la cruz de Cristo.

el fin de los cuales será perdición, cuyo dios es el vientre, y cuya gloria es su vergüenza; que solo piensan en lo terrenal.

Filipenses 3:19

Hoy en día, podemos ver la gran libertad que hay en las personas; su total concentración está en lo terrenal, y esto los está llevando a la perdición. Por su libertad, son personas imprudentes y hacen lo que su corazón les dicta.

Dios no quiere nada de estas cosas para su pueblo; él quiere un pueblo que camine según Su voluntad, que podamos andar bajo la ley que Él estableció para que así podamos servir puros y sin mancha ante Él.

Somos libres del pecado y de la muerte; es por eso que debemos seguirle, apartando todo lo malo de nosotros, para que así no lleguemos a ser enemigos de la cruz de Cristo, ya que muchos se salieron de control y se volvieron enemigos de la cruz de Cristo, donde sabemos que nuestro Señor pagó un precio por nosotros.

No seamos vergüenza; busquemos al Señor y apeguémonos a la cruz de nuestro Señor. Dios te bendiga.

El mensaje del apóstol Pablo sigue siendo una fuerte advertencia para nuestro tiempo. Vivimos en una era en la que las prioridades se han invertido, donde muchos buscan el placer, la fama o la riqueza antes que la salvación. Pero el apóstol nos recuerda que estos caminos conducen a la perdición, pues quien pone su mirada en lo terrenal olvida lo eterno. El creyente debe tener cuidado de no permitir que las cosas de este mundo lo separen de la devoción genuina hacia Cristo.

Ser enemigo de la cruz no necesariamente significa declararse en contra de Dios, sino vivir una vida que niega los principios que Jesús enseñó. Cuando una persona prefiere su propio deseo antes que obedecer la palabra, cuando busca la comodidad antes que el sacrificio o la humildad, está demostrando que su corazón no está rendido ante la cruz. Y esto es precisamente lo que Pablo vio en muchos durante su tiempo, hombres y mujeres que profesaban fe pero vivían conforme a sus pasiones.

La cruz de Cristo representa sacrificio, entrega y obediencia total. Por medio de ella, Jesús nos dio vida, perdón y esperanza. Sin embargo, cuando una persona ignora ese sacrificio y vive solo para satisfacer sus apetitos, se vuelve esclava del pecado y su dios se convierte en su propio vientre, como dice el apóstol. Esta es una imagen fuerte, pero verdadera: el ser humano guiado por sus deseos pierde el rumbo espiritual.

El llamado para nosotros es claro: debemos ser amigos de la cruz, no enemigos de ella. Esto implica cargar con nuestras dificultades, ser firmes en la fe y rechazar todo lo que nos aparte de la santidad. Cristo nos dio ejemplo al soportar la cruz por amor a nosotros; del mismo modo, cada creyente debe aprender a vivir con fe, paciencia y esperanza, sabiendo que la verdadera recompensa no está en lo material, sino en la eternidad con Él.

Por tanto, no pongamos nuestra mirada en lo que perece, sino en lo que permanece. Que cada día nuestras acciones reflejen gratitud hacia Aquel que murió en la cruz por nuestros pecados. Recordemos que ser seguidores de Cristo no es solo una creencia, sino un estilo de vida que glorifica a Dios en todo. Si permanecemos fieles, no seremos avergonzados, sino que recibiremos la corona de vida prometida por nuestro Señor.

Toda la tierra está llena de Su gloria
No intentes mal contra tu prójimo
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