No intentes mal contra tu prójimo

Intentar o hacer mal contra tu prójimo es desobedecer las leyes del Señor. Recordemos bien que este es uno de los Diez Mandamientos dados por Dios para establecerlos en la tierra.

La Biblia nos dice que debemos amar a Dios sobre todas las cosas del mundo y a nuestro prójimo como a nosotros mismos. Es por eso que Salomón nos enseña en su escrito acerca de hacer el bien, especialmente cuando está en nuestro poder.

Este hombre sabio muestra algunos ejemplos prácticos de las lecciones que la sabiduría nos enseña. Es importante que tu bondad no se aparte de ti, que seas humanitario y ayudes a tu prójimo, y que no intentes perjudicarle, ya que nada de esto agrada a Dios.

Hoy en día, vemos poco amor hacia el prójimo. Observamos muchos prejuicios y una tendencia a ayudar solo a aquellos que nos pueden proporcionar beneficios. Debemos recordar el puro ejemplo que nos enseña Salomón y lo que el Señor nos muestra a través de Su ley: ama a tu prójimo y no le hagas mal.

Este versículo de Proverbios nos llama a reflexionar profundamente sobre nuestras acciones diarias. A veces, sin darnos cuenta, herimos a los demás con palabras, actitudes o incluso con la indiferencia. Dios desea que vivamos en armonía con los que nos rodean, siendo ejemplo de compasión y misericordia. El prójimo que habita confiado junto a nosotros representa a toda persona que deposita su confianza en nosotros, ya sea un amigo, un vecino, un compañero de trabajo o un hermano en la fe.

Cuando decidimos actuar con bondad, estamos reflejando el carácter de Cristo. Jesús mismo nos enseñó que la mayor de las leyes es el amor, y que este amor debe manifestarse en hechos concretos. No basta con decir que amamos a Dios si no somos capaces de perdonar, ayudar o mostrar empatía hacia los demás. El verdadero amor se demuestra con obras, y es precisamente lo que agrada al Señor.

La enseñanza de Salomón también nos recuerda la importancia de vivir con integridad. En un mundo donde el egoísmo y la malicia abundan, ser una persona justa y bondadosa se convierte en un testimonio poderoso. Cada acción buena que realizamos, por pequeña que parezca, tiene un valor eterno ante Dios. Por eso, el sabio nos exhorta a no planear mal contra quien vive confiado, porque el mal siempre trae consecuencias y el Señor defiende a los que son inocentes.

Además, debemos considerar que el prójimo no es solo aquel que nos cae bien o que comparte nuestras ideas. Jesús amplió este concepto al enseñarnos en la parábola del buen samaritano que nuestro prójimo es cualquiera que necesite ayuda. Esa enseñanza nos lleva a practicar la misericordia sin distinción, sin mirar nacionalidad, creencia o condición social. De esta manera, cumplimos el mandato divino de amar sin límites ni condiciones.

El amor al prójimo es una expresión directa de nuestra fe. Un corazón lleno de Dios no alberga deseos de venganza ni intenciones de dañar. Por el contrario, busca el bienestar ajeno y se alegra cuando otros prosperan. Dios observa nuestros actos y pensamientos, y recompensa a aquellos que actúan con sinceridad, justicia y amor verdadero.

Por lo tanto, pidamos al Señor que nos ayude a mantener un corazón limpio, libre de malicia, y que podamos ser instrumentos de paz. Que nuestras palabras edifiquen y no destruyan, y que en todo momento recordemos el consejo sabio de Salomón: no intentes mal contra tu prójimo, porque hacerlo es rebelarse contra la voluntad de Dios. Vivamos cada día buscando agradar al Señor con nuestras acciones, mostrando amor genuino y haciendo el bien mientras tengamos oportunidad.

Vergüenza será la gloria de los de los enemigos de la cruz
Vómito de afrenta caerá sobre la gloria del injusto