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Los que sirven de tropiezo y los que hacen iniquidad serán echados en el horno de fuego

Enviará el Hijo del Hombre a sus ángeles, y recogerán de su reino a todos los que sirven de tropiezo

El evangelio según San Mateo presenta palabras firmes y llenas de juicio hacia aquellos que son piedra de tropiezo en el camino de los hijos de Dios. Jesús, con una enseñanza profunda y directa, advierte sobre el destino de quienes, con sus acciones, obstaculizan la fe de los demás. ¿Quiénes son considerados piedra de tropiezo? Aquellos que sirven en la obra del Señor, pero no viven conforme a Su voluntad; quienes con su ejemplo contradicen lo que predican y, en lugar de edificar, destruyen. Esta enseñanza no solo fue dirigida a los discípulos de Cristo, sino que permanece vigente para todos los creyentes de hoy, recordándonos que la iniquidad dentro del pueblo de Dios no quedará sin juicio.

Jesús utiliza la parábola del trigo y la cizaña para explicar esta verdad espiritual. En ella muestra la coexistencia del bien y del mal dentro del mismo campo: el mundo. El trigo representa a los hijos del reino, mientras que la cizaña simboliza a los hijos del maligno. Aunque crecen juntos por un tiempo, llegará el día de la siega, cuando el Hijo del Hombre enviará a Sus ángeles para separar a unos de otros. En este relato, Jesús aclara que aquellos que sirven de tropiezo —es decir, los que viven en pecado, los que engañan, los que fomentan divisiones o desvían a los demás— serán arrojados al lago de fuego. Esta es una advertencia solemne sobre las consecuencias de vivir una vida de apariencias sin verdadera obediencia a Dios.

Los discípulos, confundidos por la parábola, se acercaron a Jesús en privado para pedirle una explicación. Él, con paciencia, les revela el significado espiritual de cada elemento: el campo es el mundo; la buena semilla son los hijos del reino; las cizañas son los hijos del maligno; y el enemigo que las sembró es el diablo. Con esta enseñanza, Jesús deja claro que el mal no proviene de Dios, sino de Satanás, quien se infiltra entre los creyentes para sembrar confusión, duda y división. Muchos de los que aparentan piedad, pero practican el pecado, forman parte de esa cizaña que será recogida para juicio. El mensaje es claro: la santidad no es opcional, es una evidencia del nuevo nacimiento en Cristo.

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Enviará el Hijo del Hombre a sus ángeles, y recogerán de su reino a todos los que sirven de tropiezo, y a los que hacen iniquidad,

y los echarán en el horno de fuego; allí será el lloro y el crujir de dientes.

Mateo 13:41-42

Este pasaje revela el futuro juicio de Dios sobre los impíos. Aquellos que han rechazado la verdad y han sido tropiezo para otros no escaparán de la justicia divina. El “lloro y crujir de dientes” es una descripción simbólica del sufrimiento eterno reservado para los que no se arrepienten. Jesús no habla aquí para infundir miedo, sino para llamar al arrepentimiento. Su deseo es que todos procedan al perdón y a la vida eterna. No obstante, el juicio será ineludible para quienes persisten en la maldad, disfrazando su pecado bajo una apariencia de religiosidad. Por eso, debemos examinar nuestro corazón y asegurarnos de que estamos dando frutos dignos del arrepentimiento.

En este tiempo, muchos creyentes pueden convivir con la cizaña sin notarlo. Las personas engañosas, las que dividen, las que siembran contiendas o predican un evangelio distorsionado, son instrumentos del enemigo para enfriar la fe de los hijos de Dios. Sin embargo, no debemos temer, porque el Señor promete que al final de los tiempos separará el trigo de la cizaña. Los verdaderos creyentes resplandecerán como el sol en el reino de su Padre (Mateo 13:43). Este es el destino glorioso de los justos, de aquellos que perseveran en santidad y permanecen firmes en la verdad, aun cuando el mal parece prosperar momentáneamente.

El mensaje de Jesús también es un llamado a la vigilancia espiritual. El enemigo trabaja silenciosamente, infiltrándose en medio del pueblo de Dios. No se presenta siempre como un enemigo visible, sino que muchas veces usa sutilezas, falsas enseñanzas y tentaciones disfrazadas de luz. Por eso, el creyente debe estar alerta, discerniendo a través de la Palabra y del Espíritu Santo. Aquellos que sirven de tropiezo no solo dañan a otros, sino que ponen en riesgo su propia alma. La advertencia de Cristo es seria: “serán recogidos y lanzados al lago de fuego”. No hay neutralidad en el Reino; o servimos al Señor con integridad, o terminamos siendo instrumentos del adversario.

Hoy más que nunca debemos recordar que el diablo sabe que le queda poco tiempo y por eso acelera su accionar. Intenta corromper, engañar y desviar a los creyentes, pero su final está decretado. Él y todos los que le siguen serán arrojados al lago de fuego, donde no habrá escapatoria ni segunda oportunidad. Sin embargo, para los fieles en Cristo hay esperanza. El trigo será recogido y guardado en los graneros del Señor, símbolo de la vida eterna. Por eso, hermanos, mantengámonos firmes en la fe, perseverando en santidad, sin apartarnos de los mandamientos del Señor. Se acerca el día del juicio, pero también el día de la redención para los hijos de Dios. Que el Señor nos halle fieles, limpios y sin tropiezo cuando venga. Amén.

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