Como podemos notar, el capítulo 22 es el último capítulo del Apocalipsis, y representa el cierre glorioso de toda la revelación divina. En él, Juan escribe acerca de la venida de Cristo, una promesa que ha sido el anhelo de todos los creyentes a lo largo de los siglos. Esta venida no será un mito ni una alegoría, sino un hecho real, visible y poderoso. Jesús, quien ascendió al cielo, volverá tal como lo prometió. Cada palabra escrita por Juan bajo la inspiración del Espíritu Santo tiene el propósito de recordarnos que el tiempo está cerca y que la historia humana culminará con el regreso triunfal del Señor de señores y Rey de reyes.
Todo ser humano debería considerar seriamente el camino hacia Jesús, pues solo en Él hay salvación. Juan da testimonio fiel de la visión que tuvo, relatando con detalle lo que el Señor le mostró: la nueva Jerusalén, la adoración celestial y el cumplimiento de todas las promesas divinas. No debemos dudar de este evento tan grande, porque Dios no miente. La iglesia de Cristo debe vivir en expectativa, con corazones vigilantes y consagrados, sabiendo que el tiempo se acorta. Cada día que pasa, estamos más cerca del glorioso encuentro con nuestro Salvador. La fe verdadera no solo espera, sino que se prepara activamente, guardando la Palabra y caminando en santidad.
Recordemos las palabras de Juan cuando afirma que la venida de Cristo está cerca. Estas palabras son fieles y verdaderas, pronunciadas por el mismo Jesús, quien garantizó que volvería pronto. “He aquí, yo vengo pronto, y mi galardón conmigo” (Apocalipsis 22:12). Esta declaración es una promesa firme, no una posibilidad. El Señor viene para cumplir Su pacto eterno con aquellos que han perseverado en la fe. Por tanto, los creyentes debemos mantener viva la esperanza, aun en medio de un mundo lleno de oscuridad, tentaciones y confusión espiritual. La certeza de Su regreso debe impulsarnos a vivir en obediencia y pureza, sabiendo que pronto veremos Su rostro.
El Apocalipsis también nos recuerda que todo aquel que haya lavado sus ropas espirituales con la sangre del Cordero tendrá derecho a entrar por las puertas de la nueva Jerusalén y a participar del árbol de la vida. Esa imagen simboliza la restauración completa del plan divino: el hombre reconciliado con Dios, viviendo para siempre en Su presencia. Los redimidos disfrutarán de lo que el Señor ha preparado para los fieles, aquellos que perseveraron en medio de la prueba, que rechazaron la corrupción del mundo y que permanecieron firmes en su fe a pesar de las adversidades. Su recompensa será eterna.
Querido lector, no hay mensaje más urgente ni más esperanzador que este: Jesús viene pronto. No importa cuán oscuros sean los tiempos o cuán grande sea la maldad que vemos, Su regreso está asegurado. Dios está contigo, te sostiene y te llama a permanecer fiel hasta el final. No temas, porque Su Espíritu estará contigo cada día hasta que la trompeta suene. Si guardas Su Palabra y perseveras en la fe, recibirás la vida eterna y entrarás en la gloria prometida. Que en tu corazón resuene cada día la oración final de la Escritura: “Amén; sí, ven, Señor Jesús”. Dios te bendiga.