Como hermanos en la fe en el Señor, debemos ser cada día más sabios y poder visualizar con carácter de urgencia las artimañas del enemigo, del alma poderosa que el enemigo ha puesto para conducirnos al pecado, para que caigamos en la inmundicia.
Es por eso que que Santiago nos exhorta a desechar estas cosas que son un vómito del diablo, estas son puras abominaciones, reconociendo como hombres que la carne es débil y que somos presa fácil del enemigo si nos descuidamos de la palabra del Señor.
En el versículo que veremos a continuación, Santiago habla de que el hombre debía someterse más ante el Señor y desechar todo el tiempo la inmundicia, aquello que le impedirá poder salvar su alma:
Por lo cual, desechando toda inmundicia y abundancia de malicia, recibid con mansedumbre la palabra implantada, la cual puede salvar vuestras almas.
Santiago 1:21
Hermanos, es bueno que recibamos la palabra de Dios con humildad y mansedumbre y así mismo desechando toda impureza de nuestras vidas, toda abominación arrojada por el diablo.
Si desechamos toda abundancia de malicia y recibimos bien la palabra de nuestro Señor, entonces podremos salvar nuestras almas.
Creamos firmemente en nuestro Señor, pongamos todo nuestro carácter y sabiduría en las manos de nuestro Dios, y todos aquellos dardos enviados por el diablo para destruirnos. Desechémoslo porque de ser así seremos más que vencedores.