No des rienda suelta a toda tu ira, para que no pases por necio

El hombre necio se caracteriza por dejarse dominar por sus emociones, especialmente por la ira. No mide sus palabras ni sus acciones, y cuando se enfada, lo manifiesta sin control ni prudencia. Cree que al expresar su enojo está demostrando fortaleza, cuando en realidad está revelando su debilidad. El necio no reflexiona, no busca entender, solo reacciona impulsivamente. En su enojo, daña a otros, hiere con palabras y genera conflictos innecesarios. Piensa que todos deben comprender sus sentimientos, pero en su afán por ser escuchado, olvida que su actitud puede ser una carga para los demás. La Escritura nos enseña que este comportamiento no agrada al Señor y que quien vive dominado por la ira está lejos de la sabiduría divina.

El autor del libro de los Proverbios nos habla con claridad sobre la diferencia entre el sabio y el necio. El necio no tiene dominio propio, no examina las consecuencias de sus palabras ni de sus actos, y muchas veces destruye relaciones valiosas por no saber callar o esperar el momento oportuno. Vive centrado en sí mismo, creyendo que su punto de vista es el único correcto. Por el contrario, el sabio, formado bajo la dirección del Espíritu Santo, sabe cuándo hablar y cuándo guardar silencio. Sabe que el enojo descontrolado no soluciona nada, sino que agrava los problemas. La sabiduría consiste en saber dominar el temperamento y actuar con prudencia.

El necio da rienda suelta a toda su ira,
Mas el sabio al fin la sosiega.

Proverbios 29:11

Por otro lado, el necio es esclavo de sus emociones. Habla sin pensar, se deja llevar por los impulsos y justifica su comportamiento diciendo que “así es él”. Pero la Palabra de Dios nos llama a no imitar al necio, sino a apartarnos de su camino. Arrojar todos nuestros pensamientos y frustraciones sin discernimiento solo demuestra falta de dominio propio. Muchas veces, el enojo nace del orgullo y de la falta de humildad para aceptar que otros también pueden tener razón. Cuando no controlamos la ira, damos lugar al enemigo para sembrar división, rencor y resentimiento en nuestras relaciones.

El autor de los Proverbios nos exhorta a actuar como sabios. Ser sabio no significa ser perfecto, sino aprender a depender de Dios en todo momento. Cuando sientas que el enojo te domina, detente y ora. Pídele al Señor que te dé calma y entendimiento. No respondas con las mismas armas del necio, porque eso solo te llevará al mismo error. Recuerda que la sabiduría de lo alto es pura, pacífica, amable y llena de misericordia. Permite que el Espíritu Santo te moldee y transforme tu carácter para que, en lugar de reaccionar con ira, respondas con amor y prudencia. Solo Dios puede darte la serenidad y la sabiduría necesarias para enfrentar cada situación con gracia. Así reflejarás que no vives guiado por tus emociones, sino por el Espíritu de Dios. Amén.

Trabajemos en las cosas de Dios como un solo hombre
El sermón que fue predicado en una iglesia luterana por una Inteligencia Artificial