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Jesús calmará tu tempestad

Jesús calmará tu tempestad

La Biblia nos relata un episodio lleno de enseñanza y poder: cuando Jesús, después de enseñar a las multitudes, subió a una barca junto con sus discípulos para cruzar al otro lado del mar. En medio de la travesía, se levantó una gran tempestad. El viento rugía, las olas golpeaban con fuerza y el agua comenzaba a llenar la barca. El miedo se apoderó de los discípulos, hombres que, aunque habían visto milagros, se sintieron desbordados por la situación. Mientras tanto, Jesús dormía, tranquilo, confiado en la voluntad del Padre. Esta escena revela una profunda verdad espiritual: muchas veces, cuando las tormentas de la vida arrecian, pareciera que Dios guarda silencio. Sin embargo, Él nunca deja de estar presente. Su aparente calma no es indiferencia, sino autoridad perfecta sobre toda circunstancia.

Los discípulos, desesperados, despertaron al Maestro clamando por ayuda. Fue entonces cuando Jesús, con voz firme y serena, les dijo: «Hombres de poca fe«. Aquellas palabras no fueron una reprensión cruel, sino una llamada al crecimiento espiritual. Jesús había estado enseñándoles constantemente acerca de la fe: que esta no depende de las circunstancias, sino de quién está con nosotros en medio de ellas. Una tempestad física puede asustar, pero las tempestades del alma —el miedo, la duda, la ansiedad— pueden ser aún más intensas. El Señor quería que sus discípulos entendieran que la fe no se prueba cuando todo está en calma, sino cuando el mar está agitado y parece que la barca se hunde. Allí es donde la confianza en Dios se hace real.

Al igual que aquellos discípulos, nosotros también enfrentamos tempestades. Algunas son visibles —problemas familiares, enfermedades, carencias, pérdidas—, otras son internas, luchas del corazón que solo Dios conoce. En todas ellas, Jesús nos invita a mantener la fe. No una fe teórica, sino una fe viva que nos ayuda a permanecer firmes cuando todo parece derrumbarse. La fe no elimina los problemas, pero nos sostiene en medio de ellos. Es la certeza de que Cristo está con nosotros, aun cuando parece dormir, y que en cualquier momento se levantará para traer calma.

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Él les dijo: ¿Por qué teméis, hombres de poca fe? Entonces, levantándose, reprendió a los vientos y al mar; y se hizo grande bonanza.

Mateo 8:26

El relato de Mateo no es solo una historia del pasado; es una enseñanza vigente para nuestra vida espiritual. Cada gran tempestad que enfrentamos es una oportunidad para fortalecer la fe. Jesús tiene autoridad sobre todo lo creado: los vientos, el mar, las circunstancias y el corazón humano. Él no solo calmó el mar físico aquella noche, sino que también puede calmar el mar interior que muchas veces agita nuestra alma. Su palabra tiene poder para traer paz donde antes había temor, esperanza donde había desesperación y fe donde solo había duda. Si el Maestro pudo hablarle al viento y al mar, también puede hablar a tus circunstancias y traer bonanza a tu vida.

Así que, cuando las tormentas se levanten, recuerda quién va contigo en la barca. No temas, porque Jesús está a tu lado. Aunque parezca que duerme, Él tiene el control absoluto. Solo necesitas clamar con fe, sabiendo que su poder es suficiente para reprender toda tempestad. El Señor te dice hoy: “Levántate, sé valiente y confía”. No dejes que el miedo te hunda; deja que la fe te sostenga. Cada dificultad es una oportunidad para ver la mano de Dios obrando. Él sigue calmando mares, sigue transformando corazones y sigue diciendo a sus hijos: “No temas, yo estoy contigo”. Confía en el Maestro, porque cuando Él se levanta, siempre llega la gran bonanza.

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