Dios es poderoso

«`html

Nuestro Dios es poderoso y fiel para sostenernos aun en medio de las pruebas más difíciles. Él permite que pasemos por ciertos procesos no para destruirnos, sino para fortalecer nuestra fe, moldear nuestro carácter y enseñarnos a depender plenamente de Su poder. Las pruebas son, en realidad, oportunidades para crecer espiritualmente y para ver de cerca la mano de Dios obrando en nuestras vidas. Aunque haya momentos en los que sintamos debilidad, el Señor permanece firme, siendo nuestro refugio, consuelo y fortaleza.

La historia de Abraham es uno de los ejemplos más impresionantes de fe y obediencia en toda la Escritura. Dios le pidió algo humanamente imposible: sacrificar a su hijo Isaac, el hijo de la promesa. Sin embargo, Abraham no dudó, porque confiaba en que Dios tenía poder para hacer aún lo imposible. Él creyó que, aunque tuviera que entregar a su hijo, el Señor podría levantarlo de entre los muertos. Este acto de fe fue una muestra clara de su total dependencia de Dios y de su absoluta confianza en el cumplimiento de Su palabra.

pensando que Dios es poderoso para levantar aun de entre los muertos, de donde, en sentido figurado, también le volvió a recibir.

Hebreos 11:19

Este versículo nos recuerda que Dios es poderoso para traer vida donde parece haber muerte, esperanza donde hay desesperación y victoria donde todo parece perdido. No hay situación tan oscura ni corazón tan quebrantado que Dios no pueda restaurar. El mismo poder que resucitó a Cristo de los muertos es el que actúa en nosotros cuando creemos y obedecemos. Por eso, las pruebas no deben desanimarnos, sino afirmarnos en la fe, sabiendo que al final de todo, la fidelidad de Dios se manifestará con poder.

Amado hermano, no dejes que las pruebas apaguen tu fe. Más bien, permite que esas dificultades te acerquen más al Señor. La fe firme no se construye en los días fáciles, sino en los momentos donde parece que no hay salida, pero aun así elegimos confiar. Así como Abraham creyó contra esperanza, tú también puedes creer que el Dios que te llamó es poderoso para cumplir lo que prometió.

Recuerda que Dios no falla. Él es poderoso para levantarte cuando caes, para sanarte cuando estás herido y para darte nuevas fuerzas cuando sientas que no puedes más. Las pruebas no son el final, son el camino hacia la victoria. Por eso, levanta tu mirada al cielo y confía en el Señor, porque tu fe no será avergonzada. Mantente firme, persevera y sigue adelante, porque al igual que Abraham, serás contado entre aquellos que creyeron y recibieron la promesa.

«`

¿Tienes tú fe?
La paciencia es necesaria para obtener la promesa