La paciencia es necesaria para obtener la promesa

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Hermanos en Cristo que servimos fielmente en la obra del Señor, es necesario que recordemos la importancia de la paciencia en todo nuestro caminar. Vivimos en un tiempo en el que las prisas, la impaciencia y la falta de perseverancia han invadido muchos corazones, pero el creyente que desea alcanzar la promesa del Señor debe aprender a esperar con fe y confianza. La paciencia no es pasividad, es una virtud activa que demuestra madurez espiritual y una fe firme en que Dios cumple todo lo que promete.

El apóstol Pablo, en su carta a los hebreos, nos exhorta a mantenernos firmes y a no desmayar ante las pruebas. Él sabía que el camino del creyente está lleno de desafíos, de momentos de dolor y de silencios que ponen a prueba nuestra fe. Sin embargo, también sabía que el galardón de la fidelidad es eterno. Por eso nos anima a continuar la carrera con paciencia, confiando en que cada paso dado en obediencia tiene valor ante Dios. Hacer la voluntad del Señor no siempre será fácil, pero con paciencia podremos resistir cualquier lucha y permanecer en pie hasta ver el cumplimiento de Su promesa.

porque os es necesaria la paciencia, para que habiendo hecho la voluntad de Dios, obtengáis la promesa.

Hebreos 10:36

Estas palabras son un bálsamo para el alma del creyente que espera. Pablo deja claro que la paciencia no es opcional, sino necesaria. A través de ella demostramos nuestra confianza en el carácter de Dios y en Su fidelidad. El Señor nunca llega tarde; Su tiempo es perfecto, aunque a veces no lo comprendamos. Cuando perseveramos en medio del dolor, estamos mostrando que nuestra fe no depende de las circunstancias, sino de la certeza de que Dios es bueno y fiel a Su palabra.

Hoy, más que nunca, necesitamos atender a este llamado. Vivimos en una era donde muchos abandonan la fe fácilmente, donde las pruebas apagan la esperanza y las decepciones hacen que algunos se alejen del camino. Pero el creyente maduro entiende que cada proceso tiene un propósito, y que cada lágrima derramada está sembrando una cosecha de bendición. La paciencia nos entrena, nos moldea y nos prepara para recibir lo que el Señor ha prometido.

Queridos hermanos en la fe, no dejemos que las circunstancias nos roben la confianza. Aun cuando no veas resultados inmediatos, sigue sembrando con amor y fidelidad. Cada esfuerzo, cada oración, cada acto de obediencia cuenta en el Reino de los cielos. El Señor ve tu trabajo, conoce tus luchas y no es injusto para olvidar tu esfuerzo. Persevera, porque Su promesa llegará, y cuando lo haga, será mucho más gloriosa de lo que imaginaste.

Así que sigamos adelante, usando el escudo de la fe que Dios nos ha dado, manteniendo la esperanza viva y los ojos puestos en Jesús, el autor y consumador de nuestra fe. Continuemos firmes en la obra de Dios, sin rendirnos, sabiendo que en Su tiempo veremos cumplido lo que Él ha dicho. Recordemos siempre estas palabras de Pablo y repitámoslas en nuestro corazón: “Me es necesaria la paciencia.” Porque el que espera en el Señor jamás será avergonzado. Amén.

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Dios es poderoso
Nuestra salvación está más cerca