Vivimos tiempos difíciles, donde el evangelio de Cristo se enfrenta a un mundo que cada día se aleja más de la verdad. En medio de tanta confusión, incredulidad y pecado, los creyentes deben permanecer firmes, sometidos al Señor con corazones sinceros y obedientes. Las señales que vemos hoy no son casualidad; son recordatorios del cumplimiento de las profecías, de que la venida de nuestro Señor está cada vez más cerca. Es por eso que debemos despertar del letargo espiritual y tomar con seriedad nuestra relación con Dios.
El apóstol Pablo, en su carta a los Romanos, nos exhorta a reconocer los tiempos. Él no habla solo del paso de los días, sino del avance del plan divino hacia su consumación. El deber del cristiano es mantenerse vigilante, caminar en santidad y no caer en el sueño de la carne. Este sueño representa la indiferencia espiritual, la tibieza y la distracción que impide discernir la urgencia del llamado de Dios. Pablo nos invita a levantarnos, a renovar nuestra fe y a vestirnos de las armas de la luz, porque nuestra salvación está más cerca de lo que imaginamos.
Cuando observamos lo que ocurre en el mundo —la corrupción moral, la decadencia espiritual y el rechazo a la verdad bíblica—, debemos entender que esto no debe asustarnos, sino motivarnos a perseverar. Jesús mismo nos advirtió que habría guerras, rumores de guerras, falsos profetas y persecuciones, pero también nos prometió Su ayuda hasta el fin. Por eso, al igual que Pablo, debemos alzar nuestra mirada al cielo y recordar que el regreso del Señor no se ha retrasado, sino que está cada vez más próximo.
Amado hermano, no te adormezcas espiritualmente. Levántate del sueño y ponte en pie de batalla. Cristo viene pronto, y Su recompensa con Él. Cada oración, cada lágrima, cada acto de fidelidad no han sido en vano. El Señor ve tu esfuerzo y te fortalece para resistir. Así como Pablo escribió a los creyentes de Roma, hoy el Espíritu Santo te dice: “Despierta, porque ahora está más cerca de ti tu salvación que cuando creíste.”
Mantente firme, persevera en el bien, no te dejes vencer por el cansancio ni por las distracciones del mundo. El amanecer de la redención está por llegar. Y cuando Cristo aparezca en gloria, los que le esperaron con un corazón puro se regocijarán eternamente. Que estas palabras resuenen en tu alma cada día: ya es hora de levantarnos del sueño, porque nuestra salvación está cerca.