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La venida de Cristo es una de las verdades más gloriosas y esperadas por la iglesia del Señor. A lo largo de los siglos, los creyentes han anhelado ese día en que el Hijo del Hombre vendrá con poder y gran gloria. Jesús mismo habló repetidas veces de este acontecimiento, no para causar temor, sino para llamar a la preparación espiritual. En el Evangelio de Lucas, capítulo 17, encontramos una enseñanza profunda donde el Señor advierte a sus discípulos que Su regreso será repentino, inesperado y que tomará a muchos por sorpresa. La pregunta que debe resonar en nuestros corazones es: ¿estamos preparados para ese día?
Cuando los discípulos preguntaron a Jesús cuándo vendría el reino de Dios, Él les respondió que el reino ya estaba entre ellos, refiriéndose a Su presencia y autoridad sobre toda la creación. Sin embargo, también les enseñó que llegaría un tiempo cuando desearían ver uno de los días del Hijo del Hombre y no lo verían. Con esto, Jesús quiso dejar en claro que Su segunda venida no sería algo visible con anticipación, ni se anunciaría con señales humanas. Su regreso será súbito, glorioso y definitivo. Por eso, quienes aman Su venida deben vivir en santidad y estar siempre vigilantes.
Jesús comparó aquel día con los tiempos de Noé y de Lot, cuando las personas comían, bebían, se casaban y hacían su vida cotidiana sin prestar atención a las advertencias divinas. Así también será el regreso del Hijo del Hombre: el mundo estará distraído, entretenido en sus placeres, sin pensar en la eternidad. Pero el Señor volverá, y entonces quedará clara la diferencia entre los que le pertenecen y los que le rechazaron.
Os digo que en aquella noche estarán dos en una cama; el uno será tomado, y el otro será dejado.
Lucas 17:34
Estas palabras de Jesús son impactantes. Revelan que el arrebatamiento ocurrirá de manera repentina, sin tiempo para prepararse a última hora. Dos personas estarán juntas, pero solo una será llevada. Esto representa la separación definitiva entre los fieles y los incrédulos, entre los que han lavado sus vestiduras en la sangre del Cordero y los que permanecieron indiferentes. Cristo vendrá como ladrón en la noche, y aquel que no haya preparado su corazón quedará atrás.
Imaginemos por un momento ese gran día: aviones sin piloto, calles vacías, hogares con miembros desaparecidos, y el mundo entero en confusión. Algunos intentarán explicarlo con teorías humanas, dirán que fue una abducción extraterrestre o un fenómeno inexplicable, pero los hijos de Dios sabrán que se cumplió la promesa gloriosa: Jesús vino por Su iglesia. Será un día de gozo para los redimidos, pero de lamento para los que rechazaron el llamado del Salvador.
Querido lector, este mensaje es una advertencia llena de amor. Todavía estamos a tiempo de lavar nuestras vestiduras espirituales y reconciliarnos con Dios. No hay nada más importante que estar listos para encontrarnos con el Señor. La preparación no se logra con palabras, sino con una vida rendida a Cristo, confesando nuestros pecados, obedeciendo Su Palabra y caminando en fe cada día. La Biblia nos dice que sin santidad nadie verá al Señor, por lo tanto, la pureza del corazón y la perseverancia en la fe son esenciales para quienes esperan Su venida.
Jesús dijo: “He aquí, yo vengo pronto” (Apocalipsis 22:12). Cada profecía se está cumpliendo delante de nuestros ojos: guerras, crisis, falsos maestros, decadencia moral, y un mundo cada vez más indiferente a Dios. Todo esto nos recuerda que Su regreso está cerca. No dejes que las preocupaciones del mundo o el pecado apaguen tu fe. El Señor está a la puerta y llama. No ignores Su voz.
El día del Señor será glorioso para los que le esperan y terrible para los que le rechazan. Hoy todavía puedes ser parte de Su pueblo redimido. Abre tu corazón a Cristo, rinde tu vida a Él y permanece firme hasta el fin. Cuando el Señor aparezca en las nubes con poder y majestad, que puedas escuchar Su voz diciéndote: “Bien, buen siervo y fiel, entra en el gozo de tu Señor.” Prepárate hoy, porque mañana podría ser tarde. El Rey viene pronto.
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