El versículo que veremos en este artículo nos habla acerca del trágico final de aquellos hijos desobedientes que no honran a sus padres ni valoran sus consejos. La desobediencia filial no es un asunto menor ante los ojos de Dios. Desde los primeros mandamientos, el Señor estableció una norma divina para la familia: “Honra a tu padre y a tu madre, para que te vaya bien y seas de larga vida sobre la tierra.” Sin embargo, muchos jóvenes hoy han olvidado esta instrucción, cerrando sus oídos a las palabras de sus padres y siguiendo su propio camino, sin medir las consecuencias.
La desobediencia es uno de los males más peligrosos que puede invadir el corazón del ser humano, especialmente cuando va dirigida hacia los padres. Aquellos que no escuchan los consejos de quienes los criaron, suelen tropezar una y otra vez en los errores de la vida. La Biblia nos recuerda que quien desprecia la instrucción cosechará dolor y vergüenza. En cambio, el joven que obedece, que honra y respeta a sus padres, encontrará bendición, dirección y protección del Señor. Por eso, este tema no debe tomarse a la ligera: la desobediencia abre puertas al sufrimiento, mientras que la obediencia abre puertas a la bendición.
El escritor del proverbio que veremos a continuación fue un hombre sabio y obediente, que temía al Señor y valoraba la enseñanza. Sus palabras son un fuerte llamado de atención para todos los jóvenes que creen que saben más que sus padres. En el libro de los Proverbios encontramos esta advertencia solemne:
Los jóvenes que no escuchan la voz de sus padres suelen pisar en huecos profundos y peligrosos. Su camino se llena de errores, decepciones y heridas, porque se negaron a escuchar a tiempo. El mandamiento de honrar a los padres no es una simple tradición antigua, sino una verdad eterna. Quien desobedece a sus padres, desobedece también al Dios que los puso en autoridad. En cambio, aquel que honra, respeta y obedece, atrae la bendición divina sobre su vida. “Hijo mío —dice el proverbio—, no olvides la enseñanza de tu padre, ni dejes la dirección de tu madre, porque adorno de gracia serán a tu cabeza y collares a tu cuello.”
Si la generación de hoy no se arrepiente y no comienza a escuchar los consejos de sus padres, enfrentará un final terrible. Cada día vemos cómo muchos jóvenes se pierden, se destruyen y sufren consecuencias dolorosas por haber despreciado la instrucción que un día se les dio con amor. Dios no quiere la ruina del hombre, sino su salvación. Por eso, el llamado sigue vigente: honra a tus padres, escúchalos, y te irá bien en la vida. No permitas que el orgullo te aparte del buen camino. Aprende de los errores de otros y camina en obediencia. Si lo haces, el Señor afirmará tus pasos, y tu vida será llena de paz, propósito y bendición. Honra a tus padres, y honrarás a Dios.