Nuestras vidas siempre deben estar agradecidas de aquel sacrificio que hizo nuestro Señor por nosotros, se entregó a sí mismo por amor y para salvarnos de la ira venidera del Todopoderoso.
Así como Él ha demostrado Su amor por nosotros, pues también seamos personas que portemos amor dentro de nuestros corazones, ya que con este ejemplo podremos demostrarle a aquellos que no le conocen que Su amor es verdadero y para siempre.
Andemos en amor, este es el mensaje que nos muestra el versículo que veremos en el capítulo cinco de la carta a los Efesios:
Y andad en amor, como también Cristo nos amó, y se entregó a sí mismo por nosotros, ofrenda y sacrificio a Dios en olor fragante.
Efesios 5:2
En esta exhortación, podemos ver que en esta enseñanza el apóstol comienza hablando de que debemos andar como hijos de luz, siendo pues imitadores de Cristo.
Y todos sabemos que andando como imitadores de Cristo, pues no haremos nada deshonesto ni andaremos practicando cosas que no son agradables a los ojos de Dios.
Hermanos, seamos sabios en este camino que se nos fue encomendado, Pablo nos habla claramente de que debemos ser imitadores fieles del Señor, andando en amor y obediencia. De manera que, tomemos este consejo, andemos en amor y seamos luz.
Caminar en amor es una de las mayores evidencias de que el Espíritu Santo mora en nosotros. El amor verdadero no se limita a palabras o emociones pasajeras, sino que se demuestra con acciones, con compasión hacia los demás y con un corazón dispuesto a perdonar. Jesús nos enseñó que amar no es solo un mandato, sino una forma de vida, un reflejo constante del carácter de Dios en nosotros. Por eso, cuando actuamos con amor, estamos mostrando al mundo quién habita en nuestro interior.
El apóstol Pablo, al decir que Cristo se entregó “en olor fragante”, nos recuerda que el sacrificio del Señor fue agradable a Dios por su obediencia perfecta y su entrega total. Así también, nuestras obras deben ser hechas con amor, para que sean agradables ante Su presencia. Si hacemos el bien por orgullo o interés, no será un sacrificio de olor fragante; pero si lo hacemos por amor genuino, entonces estaremos caminando bajo la voluntad divina.
Amar no siempre es fácil, especialmente cuando el entorno está lleno de egoísmo, indiferencia o maldad. Sin embargo, es precisamente en esos momentos cuando más debemos reflejar el amor de Cristo. Recordemos que Él amó a quienes lo rechazaron, perdonó a quienes lo crucificaron y oró por aquellos que lo injuriaban. Ese amor sobrenatural es el mismo que debe fluir en cada uno de nosotros para transformar corazones y romper las barreras del odio y el rencor.
Cuando decidimos andar en amor, nuestros pensamientos, palabras y acciones cambian. Dejamos de pensar solo en nosotros mismos y empezamos a ver las necesidades de los demás. Nos volvemos más pacientes, más humildes y más sensibles a la voz del Espíritu Santo. Cada paso que damos con amor nos acerca más a la imagen de Cristo, quien fue la manifestación más pura del amor de Dios.
Por eso, querido lector, no olvides que el amor es la base de toda relación con Dios y con el prójimo. Sin amor, la fe se vuelve vacía, y las obras pierden su sentido. Pero cuando el amor gobierna tu corazón, todo lo que haces tiene propósito eterno. Andar en amor es la mejor manera de mostrar gratitud por la obra de Cristo en la cruz. Que cada día nuestras acciones sean un reflejo de ese amor eterno, para que otros también puedan ver la luz de Cristo en nosotros y glorifiquen al Padre celestial.

