La mejor forma de llegar a ser una persona librada por la mano poderosa de nuestro Dios, es no proceder haciendo todo lo que indica nuestro corazón, sino caminar bajo la sabiduría de Dios.
Cuando dejamos que nuestro corazón sea el que dicte nuestras acciones, corremos el riesgo de caer en decisiones equivocadas. El corazón humano, según la misma Escritura, es engañoso y muchas veces se deja llevar por las emociones del momento. Por eso, el creyente sabio aprende a depender de la guía divina antes de actuar, buscando siempre la dirección del Espíritu Santo. Así, en lugar de seguir impulsos humanos, seguimos el consejo que proviene de lo alto, aquel que es puro y lleno de justicia.
Aquellos de corazón necio que andan siempre bajo sus propios pensamientos, siempre se mantendrán esclavizados por caminar de esa manera. Y en proverbios se habla acerca de ese tipo de personas y establece un contraste con aquellos que caminan bajo la sabiduría del Señor:
La carne y el enemigo de las almas, llamado diablo, no descansan en tendernos trampas. Nos pondrán pensamientos buscando que perdamos la confianza en nuestro Dios, pero no permitamos eso. Es precisamente en esos momentos de confusión o debilidad cuando debemos aferrarnos más a las promesas del Señor. Él ha dicho que no nos dejará ni nos desamparará. La verdadera sabiduría consiste en reconocer que sin Dios no podemos avanzar seguros y que solo Su consejo puede librarnos de las trampas del enemigo.
Cuando nos esforzamos por caminar en la sabiduría de Dios, desarrollamos discernimiento espiritual, aprendemos a distinguir lo bueno de lo malo, lo eterno de lo pasajero. El sabio no toma decisiones apresuradas; primero ora, busca consejo en la Palabra y luego actúa conforme a lo que el Espíritu le revela. De esta forma, su vida se convierte en testimonio del poder de Dios para librar y proteger a los suyos.
¿Quieres ser librado? Acércate a Dios, confía en Él y camina conforme a Su sabiduría. No hay mejor camino que aquel que es guiado por la verdad del Señor. Pide cada día en oración que Él dirija tus pasos, que te dé entendimiento para actuar con prudencia y te guarde de los errores del corazón. Así experimentarás lo que significa ser verdaderamente libre: una persona que vive bajo la cobertura divina y que, aun en medio de las tormentas, puede decir con certeza que ha sido librada por la mano poderosa de Dios.