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En mí está tu ayuda

Te perdiste, oh Israel, mas en mí está tu ayuda

No nos olvidemos de que nuestra ayuda viene del Señor, sin Él nada somos, nada podemos hacer, pues nuestros caminos son inseguros sin Él.

Acudir a la ayuda de nuestro Dios es lo mejor que podemos hacer como seres humanos, pues Él conoce nuestros caminos. Todos sabemos que no hay otro Dios como Él, el único Dios que puede sacarnos del hoyo donde nos encontremos.

En el libro versículo siguiente podemos ver al Dios Todopoderoso diciéndole al pueblo de Israel lo perdido que estaba, pero que encontraría ayuda en el Dios Fuerte y Grande:

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Te perdiste, oh Israel, mas en mí está tu ayuda.

Oseas 13:9

El Señor le recuerda al pueblo que estuvo con ellos desde Egipto y los acompañó en el desierto. Luego les dice que se olvidaron de Él, se perdieron, pero a pesar de todo eso, encontrarían ayuda en Dios.

Al ver estas palabras, podemos estar seguros de que así como el pueblo le daba la espalda a Dios y de todas formas encontrarían ayuda en Él, nosotros también, a pesar de no merecerlo, también podemos encontrar ayuda en nuestro Dios.

Demos gracias a Dios cada día por Su amor y misericordia, cantemos a Él con gozo porque nuestra ayuda viene solamente de Él, aún le hayamos fallado. Demos gracias por esta maravilla de tener un Dios tan misericordioso. Dios es grande y poderoso.

Cuando reflexionamos en este pasaje, notamos que la ayuda de Dios no depende de lo perfectos que seamos, sino de Su infinita misericordia. El pueblo de Israel había fallado muchas veces, pero aún así Dios les recordaba que en Él estaba su socorro. De igual manera, hoy podemos confiar en que nuestro Padre celestial está dispuesto a tendernos la mano aun cuando hemos errado el camino.

El salmista también declaró en otro pasaje lleno de confianza: “Alzaré mis ojos a los montes; ¿de dónde vendrá mi socorro? Mi socorro viene de Jehová, que hizo los cielos y la tierra” (Salmos 121:1-2). Esta declaración nos muestra que nuestra seguridad no está en la fuerza humana ni en las riquezas, sino en el Dios eterno que creó todo lo que existe.

Muchas veces buscamos apoyo en personas, en instituciones o en nuestras propias fuerzas, pero al final descubrimos que solo Dios tiene el poder para sostenernos. Él es quien nos guarda del mal, quien nos levanta cuando caemos y quien abre caminos donde parece no haber salida.

Pensemos en las veces que Dios ha extendido Su mano sobre nuestras vidas: cuando nos libró de un accidente, cuando proveyó en medio de la escasez, cuando sanó alguna enfermedad o cuando simplemente nos dio fuerzas para continuar en medio de la prueba. Cada una de esas ocasiones es una muestra de que verdaderamente nuestra ayuda viene de Él.

El profeta Isaías también nos recuerda que Dios es fiel para sostenernos: “No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia” (Isaías 41:10). Qué hermosa promesa para el creyente que decide confiar plenamente en el Señor.

Es necesario que aprendamos a depender de Dios en todas las áreas de nuestra vida. No se trata solo de acudir a Él en momentos de dificultad, sino de reconocer diariamente que sin Su ayuda nada podemos hacer. Cada decisión, cada paso y cada proyecto debe estar en Sus manos.

Querido lector, si en este momento estás atravesando un tiempo de angustia o confusión, recuerda estas palabras: “En mí está tu ayuda”. No importa cuán perdido te sientas, el Señor sigue extendiendo Sus brazos para guiarte y levantarte. No dejes que el temor o la duda apaguen tu fe, confía en Aquel que tiene el poder para transformar cualquier situación.

Concluyamos afirmando que nuestra ayuda está y estará siempre en el Señor. Él no falla, no se cansa ni se olvida de Sus hijos. Vivamos con gratitud y confianza, sabiendo que en todo momento podemos acudir a Su presencia y encontrar la fortaleza que necesitamos. Hoy es un buen día para alzar nuestra voz en oración y agradecer por el socorro divino que nunca nos abandona.

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