¿Te sientes cansado de tanto luchar? ¿Sientes que tus fuerzas se agotan y que cada día las pruebas se hacen más difíciles de sobrellevar? En medio del agotamiento y la incertidumbre, hay una verdad gloriosa que debes recordar: Dios no se ha olvidado de ti. Él sigue siendo tu refugio, tu fortaleza y tu ayudador fiel. Cuando las fuerzas humanas fallan, el poder de Dios se perfecciona en nuestra debilidad. Por eso, humíllate delante del Señor, entrégale tus cargas, y Él renovará tus fuerzas como las del búfalo.
Cuando acudimos a Dios con un corazón sincero, Él nos sostiene, nos levanta y nos da nuevas energías para seguir caminando. No hay batalla demasiado grande ni cansancio demasiado profundo para el Señor. Él tiene el poder de restaurar lo que está quebrantado, de dar ánimo al que está abatido y de infundir vida en aquello que parece perdido. El mismo Dios que fortaleció a los profetas, a los apóstoles y a los héroes de la fe, es el que hoy te dice: “No temas, porque Yo estoy contigo; no desmayes, porque Yo soy tu Dios que te esfuerzo.”
Dios es quien te toma de la mano y te dice: “Caminarás, lucharás y no te cansarás.” Su voz amorosa te recuerda que eres Su hijo y que tiene planes más grandes de lo que imaginas. Aun cuando te sientas débil, Él está obrando. Las pruebas no son señales de abandono, sino parte del proceso que Dios usa para fortalecerte y llevarte a un nuevo nivel de fe. A través de ellas, el Señor te enseña a depender más de Su poder y no de tus propias fuerzas.
El profeta también nos recuerda que los jóvenes se fatigan y se cansan, y que los hombres fuertes caen, pero los que esperan en Jehová tendrán nuevas fuerzas. Esperar en Dios no es perder el tiempo, es fortalecer el alma. Mientras el mundo corre desesperadamente buscando soluciones, el creyente espera en silencio, sabiendo que el Señor obrará en el momento exacto. Esa espera activa, llena de fe, produce fortaleza espiritual. Dios no solo te sostiene, sino que también te prepara para volar más alto, como el águila que se eleva sobre la tormenta.
Tal vez hoy te sientas agotado, emocional o espiritualmente. Quizás has orado y no has visto respuesta aún. Pero recuerda: Dios está obrando incluso cuando no lo ves. Él está moldeando tu carácter, fortaleciendo tu fe y preparándote para lo que viene. No te desesperes ni abandones la fe. En medio de la prueba, repite como el profeta: “Jehová es mi fortaleza y mi escudo.” Sus promesas son seguras, y Su palabra no falla.
El cansancio puede ser una oportunidad para ver la gloria de Dios. Cuando ya no puedes continuar, Él te lleva en Sus brazos. Cuando todo parece oscuro, Su luz brilla con más intensidad. Cada lágrima, cada oración, cada clamor es escuchado por el Padre celestial. Y en el momento perfecto, Él te dará nuevas fuerzas, te levantará y te mostrará que todo valió la pena.
Así que, querido lector, no te rindas. Levanta tu mirada al cielo y confía en el Señor, porque de Él viene tu fortaleza. Aunque sientas que ya no puedes más, Él te sostendrá. Su promesa sigue vigente: “Los que esperan en Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán.” Espera en Dios, y verás cómo Su poder te renueva y Su amor te impulsa a seguir adelante. Amén.