De Jehová es la mujer prudente

En las Sagradas Escrituras, la mujer ocupa un lugar de honor y dignidad. Desde el Génesis hasta el Apocalipsis, encontramos la participación activa de mujeres que marcaron la historia del pueblo de Dios con fe, sabiduría y obediencia. La Biblia no las presenta como figuras secundarias, sino como instrumentos valiosos en el cumplimiento del plan divino. En este pasaje de Proverbios se resalta la grandeza de una mujer especial: aquella que es prudente y teme al Señor.

La casa y las riquezas son herencia de los padres; mas de Jehová la mujer prudente.

Proverbios 19:14

La comparación utilizada en este proverbio es maravillosa. Las casas y las riquezas pueden heredarse de los padres, pero una mujer prudente es un regalo que solo proviene de Dios. No se trata de una simple comparación material, sino de una lección espiritual profunda: las bendiciones humanas son pasajeras, pero los dones del Señor son eternos. Una mujer prudente no solo es bendición para su esposo, sino también para toda su familia, su comunidad y su entorno.

La prudencia es la virtud que da equilibrio y discernimiento. Una mujer prudente no actúa impulsivamente, sino que mide sus palabras, busca la guía de Dios y obra con sabiduría. La prudencia la protege del error, del orgullo y del desánimo. La mujer que teme al Señor no necesita adornarse con lujos externos, porque su belleza interior refleja la luz de Cristo. Ella sabe que su valor no está en lo que el mundo dicta, sino en lo que Dios ha dicho sobre ella: “Eres preciosa, digna y escogida”.

Mujer de fe, tú que lees estas palabras, recuerda que fuiste creada con propósito. No camines conforme a los estándares del mundo, sino conforme al corazón de Dios. La prudencia debe ser uno de los adornos más visibles en tu vida, porque a través de ella honras al Señor en cada paso. Si caminas con prudencia, el Espíritu Santo te dirigirá y te guardará de decisiones apresuradas, de amistades dañinas y de palabras que hieren. En cambio, tu boca será fuente de consejo y tu vida testimonio vivo de la gracia divina.

La Escritura nos muestra grandes ejemplos de mujeres prudentes: Abigail, que con sabiduría evitó un derramamiento de sangre; Débora, que con valentía guió a Israel; Rut, que con fidelidad honró a su suegra y halló favor ante Dios; y María, madre de Jesús, que guardaba las palabras del Señor en su corazón. Cada una de ellas representa el reflejo de la prudencia, la humildad y la fe que agradan a Dios. Ser una mujer prudente no significa ser débil, sino todo lo contrario: significa tener fortaleza controlada por la sabiduría divina.

Mujer cristiana, que tu corazón esté lleno de la Palabra del Señor. Que la prudencia te acompañe en cada decisión, en cada conversación y en cada acto de servicio. Eres un canal de bendición dondequiera que vayas. El Señor te ha puesto como columna en tu hogar, como luz en tu comunidad y como testigo de Su amor. No te desanimes cuando enfrentes pruebas, porque cada desafío es una oportunidad para ver la mano de Dios obrando en tu vida.

Recuerda que la prudencia también implica depender de Dios. Una mujer prudente no se apoya en su propia sabiduría, sino que busca dirección en la oración. Antes de hablar, consulta al Espíritu Santo; antes de decidir, pide Su consejo. Esa conexión constante con Dios es lo que te dará serenidad y equilibrio. El Señor promete cuidar a quienes caminan con humildad, y a las mujeres que guardan Su Palabra las viste con fuerza y dignidad, como declara Proverbios 31.

Que esta enseñanza te inspire hoy. Eres valiosa ante los ojos de tu Creador. Tu prudencia, tu fe y tu obediencia son joyas que adornan tu alma. Que Dios siga llenándote de Su Espíritu Santo y te conceda sabiduría para dirigir tu hogar, tu trabajo y tus relaciones con amor y rectitud. Y cuando lleguen los momentos difíciles, recuerda que el Señor estará contigo, fortaleciéndote y dándote la victoria. Mujer de Dios, sigue caminando en prudencia, porque tu recompensa viene del cielo. Amén.

El Señor salvará al pueblo afligido
Vana es la ayuda de los hombres