De día mandará Jehová Su misericordia

La misericordia de nuestro Dios es tan grande, tan sublime y tan constante, que cada mañana se renueva sobre nuestras vidas. Desde el instante en que abrimos los ojos, Su gracia nos rodea como un escudo, Su amor nos sustenta y Su presencia nos da la paz que el mundo no puede ofrecer. Esa paz interior, que fluye como un río de aguas vivas, refresca el alma cansada y fortalece el espíritu abatido. No hay día que el Señor no muestre Su bondad para con nosotros; Su misericordia es la razón por la cual estamos de pie, respirando y confiando en que todo obrará para bien.

¡Qué hermoso es despertar sabiendo que recibimos Su misericordia cada mañana! En ese momento, el alma se siente en paz, libre de las preocupaciones y del temor, porque sabemos que Dios está a nuestro lado. Su misericordia nos cubre, nos consuela y transforma el lamento en gozo. Aun cuando los días son difíciles, cuando la carga parece pesada o cuando la tristeza quiere apoderarse de nosotros, la misericordia del Señor se manifiesta y nos recuerda que no estamos solos. Es esa misericordia la que nos levanta cuando caemos y la que nos da fuerzas para continuar, incluso en medio de las pruebas.

Cada día es una oportunidad nueva para cantar de las maravillas del Señor, para levantar nuestras manos en gratitud y proclamar: “¡Cuán bueno es habitar bajo Su grande misericordia!” La alabanza nace de un corazón agradecido que ha experimentado la bondad divina. Al reconocer todo lo que Dios hace por nosotros, nuestra boca no puede permanecer en silencio. Así como el salmista, podemos declarar que Su amor y Su fidelidad son mejores que la vida misma, y que en todo momento tenemos motivos para darle gloria.

Pero de día mandará Jehová su misericordia, y de noche su cántico estará conmigo, y mi oración al Dios de mi vida.

Salmos 42:8

Este pasaje nos enseña que la misericordia de Dios no tiene límite de tiempo; no se restringe a un momento del día ni a una circunstancia específica. De día, Su misericordia nos guía y nos protege; de noche, Su cántico nos acompaña y nos llena de esperanza. Cuando todo parece oscuro, cuando las lágrimas son inevitables y el alma se siente desierta, Su misericordia se hace más evidente, sosteniéndonos en el silencio de la noche. Es una promesa que nos recuerda que el Señor está presente en cada amanecer y en cada anochecer, velando por nosotros con ternura infinita.

El salmista experimentó esta realidad y la expresó con profunda emoción. En medio de su angustia, no perdió la fe, sino que levantó su oración al “Dios de su vida”. Esa es la actitud que debemos tener: clamar con confianza, sabiendo que nuestro Padre celestial escucha y responde a Su tiempo. Su misericordia no es simplemente un sentimiento divino, sino una acción constante que sostiene la creación entera. Gracias a ella, el sol vuelve a salir, las flores vuelven a brotar y el alma vuelve a encontrar reposo.

Al contemplar esta maravilla de Dios, comprendemos que cada mañana es un regalo de Su amor. El simple hecho de despertar, respirar, ver la luz del día y sentir el calor del sol sobre nuestra piel es una manifestación palpable de Su misericordia. No siempre somos conscientes de ello, pero cada latido, cada paso y cada respiro son testimonio de la fidelidad del Señor. Él no nos ha pagado conforme a nuestras faltas, sino que, en Su gracia, nos cubre y renueva. ¡Qué grande es Su bondad para con los que le temen!

Cuando el versículo dice: “Y de noche su cántico estará conmigo”, nos recuerda que el corazón del creyente puede descansar en la alabanza. Aun en medio de la oscuridad o del dolor, hay un cántico que el Espíritu Santo pone en nuestros labios, una melodía de esperanza que declara: “El Señor es fiel.” Esa canción no depende de la circunstancia, sino del carácter de Dios, que es inmutable y eterno. El mismo Dios que estuvo con David en su angustia está contigo hoy, sosteniéndote con Su misericordia.

Amigo, no olvides que la misericordia de Dios no se agota. Cada día es una nueva oportunidad para acercarte a Él, para orar y confiar plenamente en Su amor. Si estás pasando por un momento difícil, si sientes que tus fuerzas se acaban, levanta tu voz al “Dios de tu vida”. Él te escuchará, te renovará y pondrá en ti un cántico nuevo. Su misericordia es la prueba viva de que Su amor por ti no cambia. Por eso, confía, canta y ora, porque el Señor mandará Su misericordia de día y Su cántico permanecerá contigo en la noche.

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