Yo estoy contigo para librarte

Cuando escuchamos el llamado de Dios en nuestras vidas, esa voz que nos anima en medio de la tormenta y nos recuerda que no estamos solos, nuestros corazones se llenan de confianza. No hay palabra más consoladora para el creyente que oír de los labios del Señor: “Yo estoy contigo para librarte.” Estas palabras tienen un poder transformador; disipan el miedo, fortalecen la fe y traen paz a la mente atribulada. Son la promesa de un Dios que no abandona a los suyos, aun cuando las circunstancias parecen imposibles.

En el libro de Jeremías encontramos esta poderosa declaración divina dirigida al joven profeta. Jeremías fue escogido por Dios para una tarea difícil: predicar a un pueblo rebelde que se negaba a escuchar la verdad. Desde el principio, Jeremías sintió temor. Se consideraba incapaz y débil para la misión que el Señor le encomendaba. Sin embargo, Dios le aseguró que Su presencia sería suficiente. Le prometió Su respaldo y Su protección, y le dijo con autoridad: “No temas delante de ellos, porque contigo estoy para librarte.” Estas palabras fueron el fundamento de la fe de Jeremías a lo largo de su ministerio.

El llamado de Dios no siempre llega en momentos de tranquilidad; muchas veces, viene en medio de la dificultad, cuando más inseguros nos sentimos. Jeremías fue llamado en tiempos de crisis espiritual y política. El pueblo de Judá se había apartado de la ley de Dios, y los líderes religiosos estaban corrompidos. En medio de esa oscuridad, Dios levantó a un joven para ser Su voz. Jeremías no tenía experiencia, pero sí tenía algo más importante: la presencia del Dios Todopoderoso que le acompañaría en todo momento. Esto nos enseña que cuando Dios llama, también equipa; cuando envía, también respalda; y cuando promete estar con nosotros, Su palabra nunca falla.

No temas delante de ellos, porque contigo estoy para librarte, dice Jehová.

Jeremías 1:8

Este versículo resume el corazón de la relación entre Dios y Sus siervos. El temor humano se desvanece cuando la certeza de la presencia divina llena el alma. Jeremías necesitaba esta seguridad porque enfrentaría oposición, burlas y rechazo, pero Dios le estaba recordando que no peleaba solo. El mismo que creó los cielos y la tierra iba delante de él, y esa promesa es también para nosotros hoy. En medio de nuestras batallas, cuando sentimos que las fuerzas se agotan o que los obstáculos son demasiado grandes, debemos recordar: Dios está con nosotros para librarnos.

Hermano que estás leyendo esto, quizás estás enfrentando un momento de gran dificultad. Tal vez te sientes como Jeremías: sin fuerzas, sin recursos, o rodeado de problemas que parecen más grandes que tú. Pero el Señor te dice en esta hora: “No temas, Yo estoy contigo.” No importa cuál sea el desafío —una enfermedad, una pérdida, una decisión difícil o una batalla espiritual—, Dios no te ha dejado solo. Él está caminando contigo, sosteniéndote con Su mano poderosa y librándote de todo mal. La promesa de Su compañía no tiene fecha de caducidad; es eterna y firme como Su amor.

El Señor no promete ausencia de pruebas, pero sí promete Su presencia constante en medio de ellas. La diferencia entre el que teme y el que confía está en a quién mira. Si miramos las circunstancias, el miedo nos dominará; pero si miramos al Señor, hallaremos paz. Jeremías pudo seguir adelante porque creyó que Dios estaba con él. Esa misma fe debemos tener nosotros, recordando que Aquel que libró a Jeremías, que acompañó a Moisés, a Josué y a David, también está con nosotros hoy. Su Espíritu nos guía, nos fortalece y nos da valor para enfrentar cualquier adversidad.

Por eso, cuando el temor toque a tu puerta, responde con fe y proclama: “No temo, porque Dios está conmigo.” Declara con tus labios que Él es tu protector, tu defensor y tu refugio. Las circunstancias pueden cambiar, pero la fidelidad de Dios permanece. Él ha prometido librarte, y Su palabra nunca vuelve vacía. Aun cuando sientas que el camino es difícil, sigue creyendo, porque el Señor pelea tus batallas. Él está presente en los momentos de angustia, en las noches de incertidumbre y en los días en que el ánimo parece flaquear.

Querido lector, que este mensaje renueve tu confianza en Dios. No temas al futuro, no te desalientes por lo que ves, porque tu Redentor vive y Su presencia te rodea. Él te dice hoy: “Contigo estoy para librarte.” Cree en esa promesa y camina con la seguridad de que el Dios que te llamó es el mismo que te sostiene. Aunque las aguas se levanten y los vientos soplen con fuerza, el Señor no te dejará caer. Él es tu fuerza en la debilidad, tu escudo en la batalla y tu paz en medio de la tormenta. Confía plenamente en Él, porque Su palabra es verdadera y Su amor es eterno.

En Cristo Jesús tengo seguridad
Jeremías 7: Mejorad vuestros caminos y vuestras obras