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Confía en Él; y Él hará

Encomienda a Jehová tu camino, Y confía en él; y él hará

Poner nuestros caminos delante del Señor es lo mejor que podemos hacer, confiar en Él con todo nuestro corazón, porque si hacemos esto, pues estaríamos seguros de que nuestro Dios nos guardará.

Debemos encomendar todos nuestros proyectos al Señor y mantener siempre nuestros caminos rectos delante de Él, confiando plenamente en que nuestro Dios nos dará las fuerzas para que podamos continuar.

Confiemos en nuestro Dios, no importa en qué situaciones nos podamos encontrar, caminemos bajo Su voluntad. Nuestro Dios hará, solo Él nos mostrará por dónde debemos seguir, por eso depositemos en Él todo lo que somos.

Encomienda a Jehová tu camino, Y confía en él; y él hará.

Salmos 37:5

El salmista sabía que encomendando Su camino al Señor, no tendría de qué preocuparse más que estar cerca de Su presencia, de servirle día y noche.

De esta manera, el Señor sería la luz en medio de las tinieblas, sería una nube en el día, David estaba siendo protegido por Dios. Así que, no importaban los obstáculos que se presentaban delante de este hombre de Dios.

Es por eso vemos lo que el salmista David pronuncia en este salmo 37, él entendía que debía encomendar su camino al Señor, y que Dios tendría cuidado de las demás cosas, le daría protección.

Amigo que lees este articulo, es bueno que encomiendes tus caminos delante del Señor, así como David lo hizo. Que Dios sea nuestra guía y protección hasta el día en que nos reunamos con Él.

¿Qué significa encomendar nuestro camino al Señor?

Cuando la Biblia nos dice que debemos encomendar nuestro camino a Jehová, no solo se refiere a pedirle ayuda en un momento de dificultad, sino a rendir cada área de nuestra vida a Su voluntad. Significa reconocer que nuestras fuerzas son limitadas y que necesitamos de Su dirección para avanzar seguros. Tal como lo hizo David, debemos aprender a depender de Dios en las decisiones grandes y pequeñas: familia, trabajo, estudios, proyectos y sueños.

Muchas veces queremos controlar todo lo que sucede a nuestro alrededor, pero la Palabra nos enseña que hay bendición cuando entregamos nuestras cargas al Señor. Al hacerlo, experimentamos paz, descanso y la certeza de que Él tiene el control. No se trata de quedarnos de brazos cruzados, sino de caminar con fe, sabiendo que Su mano poderosa nos guía en medio de las dificultades.

La confianza que abre puertas

Confiar en Dios no es fácil cuando las circunstancias parecen contrarias. Sin embargo, la fe es lo que abre puertas donde antes solo veíamos muros. La confianza en Dios nos recuerda que los tiempos difíciles no son eternos y que Él tiene un propósito incluso en las pruebas. El apóstol Pablo también lo expresó al decir que todas las cosas obran para bien de los que aman al Señor. Esa confianza es la que sostiene al creyente y le permite caminar sin temor al futuro.

Recordemos que la confianza no se demuestra solo con palabras, sino con acciones. Cuando decidimos no preocuparnos en exceso, cuando seguimos orando a pesar de la adversidad y cuando obedecemos a Dios aunque no entendamos todo, estamos demostrando verdadera fe. Esa fe produce resultados, porque como dice la Escritura: “y él hará”.

Aplicación para nuestra vida diaria

En la vida cotidiana tenemos muchos caminos que tomar: decisiones familiares, laborales, económicas y espirituales. En cada uno de esos momentos es necesario preguntarnos: ¿estoy poniendo mi confianza en Dios o en mis propias fuerzas? La invitación es a que, tal como David, podamos vivir bajo la cobertura del Señor. Él es fiel para guiarnos y mostrarnos la mejor ruta, aunque muchas veces no sea la más rápida o la más sencilla.

Cuando nos levantamos cada mañana, podemos hacer una oración de entrega: “Señor, encomiendo este día a Ti, que seas Tú guiando mis pasos”. Este sencillo acto de fe cambia la manera en que enfrentamos los retos diarios, porque sabemos que no estamos solos. De igual forma, debemos aprender a agradecer en todo momento, pues la gratitud abre más puertas de bendición en nuestras vidas.

Conclusión

Encomendar nuestros caminos al Señor es un acto de confianza y de amor. David lo entendió, y por eso pudo enfrentar gigantes, guerras y traiciones sin perder la esperanza. Hoy, cada uno de nosotros tiene la oportunidad de hacer lo mismo. No importa lo que estemos atravesando, si ponemos nuestra fe en el Señor y depositamos nuestras cargas en Él, podemos estar seguros de que nos guiará. Recordemos siempre esta poderosa promesa: “Encomienda a Jehová tu camino, y confía en él; y él hará”.

Amado lector, que este pasaje sea una motivación para vivir cada día bajo la cobertura del Señor. Solo en Sus manos encontramos la verdadera seguridad y la paz que sobrepasa todo entendimiento.

De Él es mi esperanza
Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios
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