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Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios

Pero estas se han escrito para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo, tengáis vida en su nombre

Debemos creer fielmente en Cristo Jesus, debemos entender que Su propósito con nosotros es grande, porque no hay un Dios tan grande y misericordioso como nuestro Dios el cual dio Su vida por cada uno de nosotros, que dijo que se levantaria al tercer día de Su muerte.

Muchos de Sus discípulos no creyeron en esta promesa, después de haber visto un sinnúmero de actividades sobrenaturales hechas por el Señor. Este era el hijo De Dios, nuestro Cristo, aquel que murió en una cruz por nuestros pecados.

Creamos en Su nombre, creamos que por Él somos libres y que teniéndole en nuestros corazones, nuestras vidas serán diferentes, creyendo fielmente en nuestro Dios.

La Biblia nos muestra lo siguiente acerca de las promesas y de Su fiel palabra, que debemos creer en Aquel que resucitó:

Pero estas se han escrito para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo, tengáis vida en su nombre.

Juan 20:31

Dios nos dejó estas Escrituras para que en ellas encontremos la verdad de nuestro Señor, que creamos en Él con todo nuestros corazones, Sus palabras puestas delante de nosotros, porque por medio de ella podremos entender Sus caminos.

Así que, creamos fielmente en el Señor. Nuestro Señor es real, deja que Él entre en tu corazón querido amigo, aférrate a Su palabra. Él es Jesús el hijo de Dios.

La resurrección de Cristo es el fundamento de nuestra fe. No estamos creyendo en un mito o en una historia inventada, sino en un hecho que cambió la historia de la humanidad. Los evangelios registran que el sepulcro quedó vacío y que más de quinientas personas fueron testigos de que Jesús estaba vivo después de haber sido crucificado. Estos testimonios fortalecen nuestra confianza de que, así como Él resucitó, también nosotros tendremos vida eterna si permanecemos firmes en Él.

El apóstol Pablo escribió que si Cristo no hubiera resucitado, vana sería nuestra fe. Pero Cristo sí resucitó, y eso nos llena de esperanza en medio de las dificultades. Cuando enfrentamos pruebas, enfermedades o momentos de tristeza, podemos recordar que servimos a un Dios vivo, un Señor que venció la muerte y que tiene poder para transformar nuestras vidas por completo.

Creer en Jesús no se limita solo a reconocer que existió, sino que implica poner toda nuestra confianza en Él. Significa aceptar que Su sacrificio en la cruz fue suficiente para perdonar nuestros pecados, y que Su resurrección nos abre la puerta a una nueva vida. Esto debe motivarnos a vivir en obediencia, a dejar de lado aquello que nos aparta de Dios y a caminar en santidad.

Querido lector, piensa en esto: muchas veces buscamos la paz y la felicidad en cosas pasajeras, pero solo Cristo puede llenar el vacío del corazón. Su amor es incondicional, Su perdón es real, y Su gracia está disponible para todos los que creen. No importa cuál sea tu pasado, el Señor está dispuesto a recibirte con los brazos abiertos, a restaurar lo que está roto y a darte un nuevo comienzo.

Además, creer fielmente en Cristo nos da seguridad para el futuro. El mundo está lleno de incertidumbres, crisis económicas, guerras y enfermedades, pero quienes confían en Jesús pueden descansar en la promesa de que Él estará con nosotros todos los días hasta el fin del mundo. Esta certeza nos da paz en medio de la tormenta y esperanza cuando todo parece oscuro.

La fe verdadera se demuestra con obras. No se trata solo de decir «creo en Dios», sino de vivir conforme a Su Palabra, mostrando amor al prójimo, perdonando, ayudando al necesitado y proclamando las buenas nuevas del evangelio. Cada acción que hacemos con amor y en obediencia a Cristo es una forma de testificar que realmente creemos en Él.

En conclusión, creer en Cristo Jesús es el mayor regalo que podemos recibir y la decisión más importante de nuestra vida. La Biblia nos asegura que, al creer en Su nombre, tenemos vida eterna. No hay mayor esperanza que esa. Te invito hoy a que abras tu corazón, a que pongas tu confianza en Jesús, el Hijo de Dios, que murió y resucitó para darte salvación. Vive cada día con fe, esperanza y gratitud, porque Cristo está vivo y desea que experimentes la plenitud de Su amor.

Confía en Él; y Él hará
Por tanto, a ti cantaré, gloria mía, y no estaré callado
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