La misericordia de Dios es uno de los atributos más hermosos que podemos experimentar en nuestra vida diaria. Cuando reflexionamos en la grandeza de Su bondad, entendemos que cada día, desde que despertamos hasta que termina la jornada, estamos siendo rodeados por Su amor eterno. No hay circunstancia, por difícil que sea, que pueda impedir que la misericordia de nuestro Dios nos alcance. Esto nos motiva a reconocer Su fidelidad y a dar gracias con un corazón sincero, porque sabemos que sin Su cuidado no estaríamos de pie.
Oh Dios, cuán grande y maravillosa es Tu misericordia, de día y de noche somos protegidos por ella, damos gracias a Ti Señor, por Tu enorme bondad hacia nosotros.
Tu misericordia es tan maravillosa que nos da tranquilidad, nos hace estar tan confiados, debajo de Tus alas estaremos seguros, así como dice el salmista, morando bajo las alas de Tu santo Espíritu, que aunque ande en valle de sombra de muerte no temeré.
Qué bien cuando podemos caminar seguros, sin temor a lo que pueda venir, es bueno que tomemos estos ejemplos de personas que tuvieron su camino difícil, pero que siempre estuvieron confiados en el Señor.
Es tiempo de que no te rindas, sino que te asegures en el Señor, que te apegues y empieces a caminar bajo Sus alas. Él es tu mejor amparo y refugio. Salmos 36:7 nos muestra lo siguiente acerca de cuán preciosa es la misericordia del Señor:
¡Cuán preciosa, oh Dios, es tu misericordia! Por eso los hijos de los hombres se amparan bajo la sombra de tus alas.
Salmos 36:7
En ningún otro estaremos seguros como en los brazos de nuestro Señor, ¿a dónde más iremos sino al refugio de nuestro Dios? Con Sus alas nos cubre, Su poder es grande.
Vamos, acércate al Señor de los ejércitos, no temas, Él estará contigo, no serás rechazado, sino que serás bendecido con Su cuidado, bajo Sus alas estarás seguro y Su misericordia estará contigo cada mañana.
Regocijémonos en el Señor, demos gracias porque Su amor y misericordia son más altos que los montes. Los humanos corren hacia Él por socorro, encuentran este socorro y son protegidos.
La Biblia está llena de ejemplos de cómo la misericordia de Dios ha sostenido a Su pueblo en momentos de angustia. Recordemos a David, quien en medio de la persecución encontró en el Señor la fortaleza para continuar. También vemos a Daniel, protegido en el foso de los leones, porque la misericordia de Dios no lo abandonó. Estas historias no son simples relatos, son testimonios vivos de que aquel que confía en el Señor nunca será avergonzado.
La misericordia de Dios no solo nos guarda, también nos transforma. Nos invita a vivir con gratitud y a extender ese mismo amor hacia los demás. Así como recibimos misericordia, también debemos darla, perdonando, apoyando y mostrando compasión a quienes lo necesitan. Jesús mismo dijo: “Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia” (Mateo 5:7). Esta enseñanza nos recuerda que la misericordia es parte del carácter cristiano.
Además, la misericordia nos brinda esperanza. Cuando enfrentamos pruebas, enfermedades o momentos de soledad, podemos recordar que no estamos abandonados. El Señor renueva Su misericordia cada mañana (Lamentaciones 3:22-23), dándonos nuevas fuerzas para perseverar. Esta verdad es un bálsamo para el alma, porque nos asegura que cada día tenemos la oportunidad de comenzar de nuevo bajo el favor de Dios.
Querido lector, no olvides que la misericordia del Señor es inagotable. Por ello, te invito a acercarte confiadamente a Dios, a depositar en Él tus cargas y a descansar bajo Su amparo. Vive con gratitud, comparte Su bondad con quienes te rodean y confía en que Él seguirá guiando tus pasos. Si permaneces bajo la sombra de Sus alas, encontrarás paz, seguridad y un amor que nunca falla.
Conclusión: La misericordia de Dios es nuestro refugio en tiempos de dificultad y nuestro gozo en tiempos de calma. No hay lugar más seguro que en Su presencia, y no hay amor más grande que el que Él derrama sobre nosotros. Que cada día podamos reconocer este regalo y vivir agradecidos, sabiendo que Su fidelidad es eterna y Su misericordia nunca se apartará de nosotros.