Tener plena confianza en el Señor es una de las mayores bendiciones que puede experimentar el ser humano. No hay seguridad más grande que saber que el Dios Todopoderoso está con nosotros, que nos sostiene con Su mano fuerte y que nunca nos abandona. Aquellos que confían en Dios viven con una paz que el mundo no puede ofrecer, una paz que sobrepasa todo entendimiento y que guarda el corazón y la mente en Cristo Jesús. Confiar en Dios no es simplemente creer que Él existe, sino depender completamente de Su voluntad, descansar en Su plan y aceptar que Su tiempo siempre es perfecto.
Cada día, Su misericordia nos envuelve y nos recuerda que no estamos solos. Por eso debemos vivir confiando plenamente en el Señor, sabiendo que Su fidelidad nunca falla. Su amor nos rodea como un escudo y nos llena de gracia aun cuando no lo merecemos. Cuando comprendemos esta verdad, el corazón se llena de gratitud, y de nuestros labios brotan cánticos de alabanza al Dios que hace maravillas. No hay razón para temer cuando el Creador del cielo y de la tierra camina a nuestro lado. Él es nuestro refugio seguro, nuestro amparo en la angustia y nuestra fortaleza en el día difícil.
Así como el pueblo de Israel cantó tras cruzar el Mar Rojo, nosotros también debemos levantar cánticos de victoria cuando vemos la mano de Dios obrando en nuestras vidas. Israel se enfrentó a un ejército poderoso y a un mar imposible de cruzar, pero cuando todo parecía perdido, el Señor abrió camino donde no lo había. Ese mismo Dios es el que sigue obrando hoy, el que pelea nuestras batallas y nos da la victoria sobre nuestros enemigos. Si confiamos en Él, veremos milagros, porque nada es imposible para el que cree. Y cuando eso suceda, recordemos cantar como lo hizo Moisés: “Jehová es mi fortaleza y mi cántico, y ha sido mi salvación.”
El salmista David también experimentó el poder de la confianza en Dios. A lo largo de su vida enfrentó peligros, persecuciones y guerras, pero en medio de todo ello mantenía su fe firme. En el Salmo 118:6 expresó una de las declaraciones más poderosas de confianza:
Jehová está conmigo; no temeré lo que me pueda hacer el hombre.
Salmos 118:6
Estas palabras reflejan una fe inquebrantable, nacida de una relación íntima con Dios. David no confiaba en sus propias fuerzas ni en sus ejércitos, sino en la presencia constante del Señor. Sabía que, mientras Dios estuviera con él, ningún enemigo podría derrotarlo. Esa seguridad es la misma que nosotros debemos tener hoy: el Señor está con nosotros, y por tanto, nada ni nadie podrá hacernos daño fuera de Su voluntad. Cuando el temor quiera invadirnos, debemos repetir esta verdad con convicción: “Jehová está conmigo; no temeré.”
La confianza del salmista era una fuente de gozo. David no solo creía en la protección divina, sino que también alababa con entusiasmo al Señor por Su bondad y misericordia. Sabía que las batallas ganadas no eran mérito suyo, sino evidencia del poder de Dios obrando a su favor. Por eso, en lugar de quejarse o desanimarse, levantaba cánticos de gratitud, proclamando la fidelidad del Señor ante todos los pueblos. Esa es la actitud que debe caracterizar a cada hijo de Dios: una fe viva que alaba aun en medio de las pruebas, sabiendo que el Dios que nos ayudó ayer también lo hará hoy y siempre.
Hermanos, es tiempo de aprender a confiar como David, a descansar plenamente en el Señor y a no dejar que el temor gobierne nuestras vidas. El mundo puede fallarnos, las circunstancias pueden cambiar, pero Dios permanece fiel. Si Él está con nosotros, ninguna adversidad podrá derrotarnos. Cada promesa Suya es verdadera, y Su palabra nunca vuelve vacía. Él pelea nuestras batallas, nos defiende, nos levanta y nos guía por caminos de victoria.
Así que hoy, al igual que el salmista, digamos con confianza: “Jehová está conmigo; no temeré.” Que esta frase se convierta en una declaración diaria de fe y esperanza. Dios está contigo, te protege, te ama y te sostiene. No temas al futuro, no temas a los hombres, no temas a las pruebas. El Señor, tu refugio y fortaleza, va delante de ti y hará florecer Su propósito en tu vida. Confía en Él y verás cómo Su poder se manifiesta a tu favor. Amén.