¿Has notado cómo el panorama mundial ha ido transformándose a lo largo del tiempo? Las guerras, los conflictos, la pérdida de valores y la confusión moral que hoy dominan el mundo son una clara evidencia de que las profecías bíblicas se están cumpliendo. La Biblia nos advierte que los tiempos finales no serían fáciles, y es por eso que debemos estar atentos, porque el regreso del Señor Jesucristo está más cerca de lo que imaginamos. Las señales que se observan a nuestro alrededor confirman que la venida del Señor de los ejércitos está próxima, y que Su promesa de volver por Su pueblo fiel se cumplirá.
El mensaje de “vengo pronto” que recibió el apóstol Juan en el libro del Apocalipsis sigue siendo tan vigente hoy como lo fue hace casi dos mil años. A través de esta revelación, Dios nos recordó que Su retorno no será inesperado para aquellos que viven preparados. La urgencia de este llamado no debe pasar desapercibida: Cristo viene, y viene pronto. Es por eso que como hijos de Dios debemos vivir en santidad, mantener nuestra fe firme y velar en oración para no ser hallados dormidos espiritualmente cuando Él venga.
¡He aquí, vengo pronto! Bienaventurado el que guarda las palabras de la profecía de este libro.
Apocalipsis 22:7
Estas palabras son un llamado a la obediencia y a la perseverancia. Jesús declara bienaventurados a los que guardan Su palabra, es decir, a quienes la obedecen y la aplican a sus vidas. No se trata solo de conocer las profecías, sino de vivir conforme a ellas. La bendición no está en escuchar, sino en obedecer. Aquellos que permanecen fieles, que no se dejan seducir por los engaños del mundo, que perseveran en la fe y esperan con paciencia el cumplimiento de las promesas, recibirán el galardón eterno.
En este libro profético, el Señor nos revela no solo los juicios que vendrán sobre la tierra, sino también la gloriosa esperanza de los redimidos. Nos muestra que, aunque el mundo se sumerja cada vez más en el pecado y la oscuridad, la victoria final pertenece a Cristo. Los creyentes debemos hallar consuelo en saber que Dios sigue teniendo el control, y que nada ocurre fuera de Su soberana voluntad. Él prometió venir por Su iglesia, y esa promesa no fallará. Tal como lo dijo el profeta Habacuc: “Aunque la visión tardare, espérala, porque sin duda vendrá, no tardará.”
Por eso, debemos guardar las palabras de la profecía en nuestro corazón, en nuestra mente y en nuestro espíritu. Vivir preparados no significa vivir con miedo, sino con esperanza. Es vivir en santidad, apartados del pecado, y con los ojos puestos en Jesús, el autor y consumador de nuestra fe. En medio de la confusión del mundo, Su Palabra es nuestra guía segura, nuestro refugio y nuestra luz. Si permanecemos firmes en la verdad, podremos soportar cualquier adversidad y esperar con gozo el regreso glorioso del Señor.
Juan, el siervo amado de Cristo, fue testigo de cosas asombrosas que Dios le permitió ver: la gloria del cielo, el trono de Dios, los juicios sobre la tierra y la victoria final del Cordero. Todo lo que escribió fue inspirado por el Espíritu Santo para advertirnos y alentarnos. No podemos tomar a la ligera este mensaje. Cada palabra escrita en el Apocalipsis es verdadera y fiel. El Señor no solo promete Su regreso, sino que advierte de las consecuencias para aquellos que ignoren Su llamado. Por eso, debemos prepararnos y guardar fidelidad a Su nombre, sin apartarnos ni a derecha ni a izquierda.
Querido hermano, este mensaje no es para infundir temor, sino esperanza. Cristo viene pronto, y Su recompensa viene con Él. Que esta verdad te motive a vivir cada día como si hoy fuera el día de Su regreso. No te distraigas con las cosas temporales de este mundo, sino busca primeramente el Reino de Dios y Su justicia. Guarda la Palabra en tu corazón, comparte el evangelio con otros y permanece firme en la fe. Muy pronto veremos al Señor cara a cara, y entonces todo dolor, tristeza y maldad desaparecerán. Hasta ese día, vivamos preparados, con gozo y esperanza, diciendo con toda convicción: “¡Ven, Señor Jesús!”