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¿Has dejado tu primer amor?

Pero tengo contra ti, que has dejado tu primer amor

La vida cristiana se caracteriza por momentos de fervor espiritual que marcan nuestra relación con Dios. Uno de esos momentos más especiales es cuando conocemos al Señor por primera vez, cuando sentimos ese fuego interior que nos impulsa a buscarle constantemente en oración, lectura de la Biblia y comunión con otros creyentes. Sin embargo, la Biblia también nos advierte que con el tiempo existe el peligro de descuidar esa pasión inicial y caer en una rutina espiritual.

En las Escrituras podemos encontrar un pasaje que nos habla de una iglesia que estaba en Éfeso y de la cual el Señor no se agradaba, ya que esta iglesia había dejado su primer amor, es decir, su relación con Dios ya no era igual.

En el mensaje a la iglesia de Éfeso en Apocalipsis, comienza resaltando el trabajo y la paciencia de la iglesia, lo que ha hecho para descubrir los falsos apóstoles, que ha sufrido y nunca ha desmayado. Luego viene un «pero»:

Pero tengo contra ti, que has dejado tu primer amor.

Apocalipsis 2:4

¿Recuerdas cuando aceptaste al Señor Jesucristo como único y suficiente salvador? ¿Recuerdas lo enamorado que estabas de Jesús en esa etapa de tu vida? ¿Recuerdas esa búsqueda incansable: lectura de la Palabra, oración, ayuno? Luego de pasar el tiempo, aunque trabajas en la obra del Señor, ¿te sientes enamorado de Jesús de esa misma manera?

Estas preguntas no son solo para la iglesia de Éfeso, sino también para cada uno de nosotros en este tiempo. Es posible que en medio del servicio, de la rutina de la vida diaria o de las responsabilidades, poco a poco la pasión inicial se vaya apagando y el corazón se enfríe. Dios nos recuerda que lo más importante no es solo hacer obras, sino mantener una relación íntima con Él, porque sin amor todo lo que hagamos pierde sentido (1 Corintios 13:1-3).

Luego de estas preguntas podemos meditar en las otras palabras que le fueron dadas a la iglesia de Éfeso:

Recuerda, por tanto, de dónde has caído, y arrepiéntete, y haz las primeras obras; pues si no, vendré pronto a ti, y quitaré tu candelero de su lugar, si no te hubieres arrepentido.

Apocalipsis 2:5

El consejo es claro: recordar, arrepentirse y volver a hacer las primeras obras. Recordar es traer a la mente el gozo y la pasión con la que empezamos nuestra vida cristiana. Arrepentirse significa reconocer que hemos descuidado nuestra relación con Dios y tomar la decisión de cambiar. Volver a las primeras obras es regresar a la oración constante, al amor por la Palabra, al deseo de compartir el evangelio con otros y a la obediencia sincera.

Este llamado al arrepentimiento no es un castigo, sino una oportunidad de gracia. Dios en Su amor siempre nos invita a volver a Él. En el Antiguo Testamento ya vemos cómo una y otra vez el Señor llamaba a Su pueblo a regresar cuando se apartaba. Hoy, en este tiempo, nos hace el mismo llamado: “Vuélvete a mí, porque yo te redimí” (Isaías 44:22).

Recordemos nosotros también de dónde Dios nos sacó y en el lugar en que nos puso aquella vez que entramos a los caminos del Señor. Volvamos a ese primer amor, volvamos a las primeras obras. Recordemos cómo era todo en aquel tiempo y enamorémonos más de Jesús. Volvamos al primer amor.

No dejemos que las distracciones del mundo, los afanes o incluso el trabajo ministerial ocupen el lugar de Cristo en nuestro corazón. La prioridad siempre debe ser nuestra relación personal con Él. Un corazón apasionado por Dios se refleja en todo lo que hacemos, y es lo que realmente agrada al Señor.

En conclusión, el mensaje a la iglesia de Éfeso es también un mensaje para nosotros hoy. Dios reconoce nuestro esfuerzo, nuestro servicio y nuestra paciencia, pero no quiere que olvidemos que lo más valioso es el amor que tenemos hacia Él. Si sientes que tu amor ha menguado, es tiempo de volver a las primeras obras, de encender nuevamente la llama, de rendir tu corazón una vez más delante de Cristo y vivir cada día enamorado de Él.

Andando en la verdad
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