La justicia de Dios es perfecta, Sus bendiciones son eternas. La Biblia nos habla acerca de cada una de estas cosas las cuales son dadas por Dios y son buenas.
Los justos pueden apreciar la justicia de Dios cada día, no dudemos esto, mejor demos gracias a Dios por Su justicia y sus bendiciones, todo lo bueno que tenemos proviene de Él.
El Señor ve cuando damos y ayudamos sin esperar nada a cambio, porque todo aquel que da al pobre a Dios le presta (Proverbios 19:17):
Da, bendice, sé justo y ten misericordia, porque Dios se complace de este tipo de persona, sigue en pie de lucha este largo camino, que la Paz y la misericordia te acompañen siempre.
Ahora bien, cuando reflexionamos sobre la justicia de Dios, entendemos que esta no se parece a la del ser humano. Mientras que la justicia terrenal puede fallar, corromperse o inclinarse hacia intereses personales, la justicia de Dios es incorruptible, perfecta y eterna. Nadie puede sobornar a Dios, nadie puede manipular Su decisión, porque Él ve lo profundo de los corazones y actúa conforme a Su verdad. Esto debe darnos esperanza, porque aunque el mundo falle, nuestro Señor nunca falla.
La Biblia nos recuerda una y otra vez que los que caminan en integridad, tarde o temprano, verán el fruto de su obediencia. A veces pareciera que las injusticias dominan el mundo, pero el creyente debe confiar en que Dios tiene el control de todas las cosas. Sus bendiciones llegan en el momento indicado, no cuando nosotros queremos, sino cuando Él sabe que realmente lo necesitamos.
Un aspecto importante de la justicia divina es que va acompañado de misericordia. Aunque merecíamos castigo por nuestros pecados, Dios en Su infinita justicia nos dio perdón y salvación por medio de Jesucristo. Esa es la mayor muestra de que Su justicia es distinta a la humana, porque no solo castiga al culpable, sino que da oportunidad de arrepentimiento y vida nueva a quien se acerca con un corazón humilde.
También debemos reconocer que la justicia de Dios está ligada a nuestra manera de vivir y de dar. Cuando compartimos con los necesitados, cuando extendemos nuestra mano al que sufre, estamos reflejando el carácter de Dios en nuestras vidas. No se trata de dar solo de lo que nos sobra, sino de hacerlo con amor y sacrificio, sabiendo que cada acción tiene un peso eterno delante del Señor.
Hermanos, recordemos que todo lo que hacemos en esta vida será evaluado por nuestro Dios justo. No pasará por alto ni el más pequeño acto de bondad hecho en Su nombre. Tal vez los hombres no lo reconozcan, pero Dios sí lo hace. Por eso debemos mantenernos firmes, constantes y agradecidos, sabiendo que nuestra recompensa viene del cielo y no de la tierra.
Reflexión final: La justicia de Dios es eterna, perfecta y verdadera. Él nos invita a vivir en justicia, en misericordia y en generosidad. Cada día tenemos la oportunidad de reflejar Su carácter en nuestras acciones, demostrando que somos Sus hijos. No olvidemos que, aunque las circunstancias parezcan adversas, la justicia divina siempre prevalecerá. Sigamos dando, bendiciendo y caminando en obediencia, porque al final recibiremos la corona de vida que Dios ha prometido a los que le aman.