Debemos tratar a los demás con humildad, paciencia y amor, de manera que podamos compartir con los demás su dolor, su sonrisa, que podamos ayudarlos en cualquier obra que sea para bien.
Compartir esta paz tan enorme que viene de Dios nos da, esta paz que corre por todo nuestro interior, llevándose todo aquello que nos hizo pasar un momento fuerte.
Si es posible, en cuanto dependa de vosotros, estad en paz con todos los hombres.
Romanos 12:18
El apóstol nos habla claramente de que no seamos personas altivas, porque si somos de Dios, pues debemos ser personas diferentes, porque con nuestras acciones hablaremos de nuestros Dios, de Su paz y de Su obra poderosa en nuestras vidas.