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Buscad lo bueno, y no lo malo, para que viváis

Buscad lo bueno, y no lo malo, para que viváis; porque así Jehová Dios de los ejércitos estará con vosotros, como decís

Tenemos que buscar lo bueno y apartarnos del mal en todo momento. Vivir bajo la voluntad de Dios implica tomar decisiones que reflejen Su carácter y obedecer los principios de Su Palabra. El creyente debe ser conocido por su bondad, su justicia y su amor hacia los demás. Cuando elegimos el bien, estamos mostrando que el Espíritu Santo gobierna nuestro corazón; pero cuando actuamos movidos por la carne y por el egoísmo, nos alejamos del propósito de Dios. Hacer el bien no es una opción, es un mandato divino que trae vida, paz y bendición.

Buscar lo bueno nos permite vivir en armonía con Dios y con nuestro prójimo. Cada acción bondadosa que realizamos tiene un efecto eterno. El Señor observa nuestros actos y recompensa a quienes hacen lo correcto aun cuando nadie más los vea. La Biblia nos enseña que las personas que practican la justicia y el amor permanecen firmes, mientras que los que hacen el mal terminan cosechando las consecuencias de sus obras. Cuando elegimos lo bueno, no solo nos protegemos del pecado, sino que contribuimos a extender la luz de Cristo en un mundo lleno de oscuridad.

El libro de Amós nos recuerda que Dios está atento a la conducta de Su pueblo. En tiempos antiguos, el Señor envió a este profeta para reprender al pueblo de Israel por su injusticia, su hipocresía y su falta de compasión. Había opresión, abuso de autoridad y explotación hacia los más débiles. Mientras algunos se enriquecían, otros sufrían hambre y miseria. Aunque el pueblo decía que Dios estaba con ellos, sus obras demostraban lo contrario. Por eso el Señor, a través de Amós, les hizo un llamado urgente a cambiar su forma de vivir.

Buscad lo bueno, y no lo malo, para que viváis; porque así Jehová Dios de los ejércitos estará con vosotros, como decís.

Amós 5:14

Estas palabras son tan válidas hoy como lo fueron en aquel tiempo. Buscar lo bueno no se trata solo de evitar el mal, sino de practicar activamente la justicia, la misericordia y la verdad. En un mundo donde abunda la corrupción y el egoísmo, Dios nos llama a ser diferentes, a reflejar Su santidad en nuestras acciones. Cuando hacemos lo bueno, estamos manifestando que pertenecemos al Reino de Dios. El mal puede parecer atractivo por un momento, pero su fin es amargo. En cambio, el bien trae vida, alegría y bendición duradera. El propio Jesús dijo que “bienaventurados son los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios”.

El mensaje de Amós también nos recuerda que Dios ve todo lo que hacemos, tanto lo público como lo privado. Nada escapa a Su mirada. Por eso, no podemos fingir piedad ni justicia cuando en nuestro corazón hay maldad o indiferencia hacia el sufrimiento ajeno. El Señor aborrece las injusticias, los abusos y la opresión. Él se agrada cuando actuamos con compasión y ayudamos al necesitado. Ser buenos no se limita a evitar el pecado, sino a amar activamente a nuestro prójimo, a cuidar de los más débiles, a consolar a los afligidos y a buscar la paz con todos. Esa es la verdadera bondad que glorifica a Dios.

Hermanos, debemos reflexionar en esto: ¿estamos buscando lo bueno en cada área de nuestra vida? ¿O estamos dejándonos llevar por lo que el mundo considera aceptable? Dios nos ha llamado a vivir con rectitud, a mantenernos firmes aunque el entorno esté lleno de maldad. Buscar lo bueno no siempre será fácil, pero es el camino que agrada al Señor. Cada vez que elegimos actuar con justicia, cuando perdonamos en lugar de vengarnos, cuando ayudamos sin esperar recompensa, estamos caminando en obediencia a la Palabra de Dios. Esa es la verdadera vida que el Señor promete a los que le aman.

Por eso, amados, seamos personas que practican el bien sin cansarnos. No devolvamos mal por mal ni insulto por insulto, sino respondamos con bendición. Recordemos que los ojos de Dios están sobre toda la humanidad, y Él juzgará con justicia a cada uno conforme a sus obras. Si buscamos lo bueno y permanecemos fieles, Su presencia estará con nosotros y Su favor nos acompañará en todo momento. Que nuestras vidas sean un reflejo del amor de Cristo y que cada día podamos elegir el bien sobre el mal, la verdad sobre la mentira y la luz sobre la oscuridad. Amén.

Honra a tu padre y a tu madre, que es el primer mandamiento con promesa
Si no os arrepentís, todos pereceréis igualmente
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