Hermanos en Cristo Jesus, debemos tener algo bien en claro, nosotros como hijos del Señor tenemos una misión por delante, la misión de regar la semilla la cual es la palabra De Dios dada a cada uno de Sus hijos para que aquellos que todavía no están dentro del camino del Señor puedan acercase y conocer de Él.
Predicar la palabra del Señor este es la misión que nos dejó el Señor, y debemos cumplirla día a día, pero si ya sembramos esta semilla, entonces debemos dejar que nuestro Dios haga el trabajo de hacer crecer esa semilla.
En el siguiente versículo veremos algo bien en claro que dejó el apóstol Pablo a aquellos que sembraban la palabra de Dios en las personas que no conocían de la verdad que es Cristo:
Así que ni el que planta es algo, ni el que riega, sino Dios, que da el crecimiento.
1 Corintios 3:7
El apóstol Pablo quería hacerle entender a ellos que, ni el que planta, ni el que riega, deben creerse la gran cosa en la obra De Dios. Es motivo de alegría y regocijo poder trabajar en la obra del Señor y traer personas a Sus caminos pero recordemos que es gracias a Dios que podemos lograr eso, así que, no dejemos que nuestro ego se infle por esto y demos la gloria a Dios.
Hermanos, debemos tener en cuenta que nuestro Dios es quien da el crecimiento, es quien hace que la palabra crezca en el corazón necesitado. Dejemos que Dios también participe en aquellas cosas que no podemos hacer y que le corresponden a Él.