No se turbe vuestro corazón

En el evangelio según Juan podemos ver las profundas enseñanzas de Jesús a sus discípulos, aquellos hombres sencillos a quienes había llamado para que le siguieran. Con ternura y autoridad divina, el Maestro los instruía no solo con palabras, sino con el ejemplo de Su vida. Ellos fueron testigos de Sus milagros, de Su compasión y de Su poder, y al mismo tiempo aprendieron a confiar en Su plan eterno. Jesús sabía que para seguirle no bastaba el entusiasmo; se necesitaba fe, obediencia y una relación constante con Dios. Por eso los formó pacientemente, mostrándoles el camino hacia la verdadera paz y la confianza en medio de las tribulaciones.

A lo largo del ministerio terrenal de Cristo, los discípulos enfrentaron muchas inquietudes. Constantemente se sentían confundidos o temerosos por las palabras que el Señor les decía. Jesús les hablaba de cosas que aún no comprendían del todo: Su muerte, Su resurrección, la traición que sufriría y las persecuciones que vendrían después. Aquellas revelaciones provocaban en ellos ansiedad e incertidumbre. Era normal que se sintieran preocupados, pues estaban a punto de perder físicamente a su Maestro y no entendían del todo la magnitud del plan divino que se estaba cumpliendo. Es en ese contexto de inquietud donde Jesús pronuncia unas palabras llenas de consuelo y esperanza.

No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí.

Juan 14:1

Estas palabras son un bálsamo para el alma atribulada. Jesús, conociendo los temores de Sus discípulos, los invita a no dejarse dominar por la angustia. “No se turbe vuestro corazón” es un llamado a la calma, una exhortación a confiar plenamente en Él. Así como creían en Dios, debían también depositar su fe en Su Hijo, el Salvador del mundo. Jesús les estaba recordando que, aunque las circunstancias pudieran parecer adversas, Su presencia y Su poder serían suficientes para sostenerlos. Él no los dejaría solos; pronto enviaría al Espíritu Santo para acompañarlos, guiarlos y fortalecerlos en todo momento.

Antes de este versículo, Jesús había revelado a los discípulos que uno de ellos lo traicionaría. Esa noticia los estremeció profundamente. Nos podemos imaginar el desconcierto y el temor que sintieron al escuchar esas palabras. El ambiente se tornó tenso y silencioso; algunos se preguntaban con el corazón tembloroso: “¿Seré yo, Señor?”. Otros guardaban sus pensamientos en silencio, intentando comprender lo que estaba sucediendo. La traición, la partida inminente de Jesús y la incertidumbre del futuro llenaban sus corazones de angustia. Fue entonces cuando el Señor, con la ternura de un pastor que cuida a Sus ovejas, pronunció estas palabras para tranquilizarlos: “Creed también en mí.”

Jesús no les prometió una vida sin problemas, sino una paz que sobrepasa todo entendimiento. Les aseguró que aunque Él se iría, no los dejaría huérfanos, porque Su presencia espiritual permanecería con ellos. Les habló de las moradas celestiales, de la esperanza de vida eterna y de la promesa de volver por ellos. Estas palabras fueron pronunciadas no solo para los discípulos de aquel tiempo, sino también para nosotros hoy. En medio de nuestras preocupaciones, miedos y pérdidas, Cristo nos repite: “No se turbe tu corazón.”

Vivimos tiempos difíciles, llenos de incertidumbre. El mundo cambia constantemente, y con ello vienen temores: guerras, enfermedades, inestabilidad económica y preocupaciones por el futuro. Muchas veces sentimos que las cosas nunca volverán a ser como antes. Pero es precisamente en esos momentos cuando debemos recordar las palabras del Maestro. Él sigue siendo el mismo ayer, hoy y por los siglos. Su paz no depende de las circunstancias, sino de Su presencia constante en nuestras vidas. Cuando confiamos en Él, el miedo se disuelve y el corazón encuentra descanso.

No importa la situación por la que estés atravesando: problemas familiares, dificultades financieras, enfermedades o momentos de soledad. Si el Señor prometió paz, puedes creer con toda seguridad que esa paz llenará tu corazón. Jesús no falla en Sus promesas. Así como consoló a Sus discípulos en medio del temor, también hoy quiere consolarte a ti. Abre tu corazón a Su palabra y permite que Su voz calme tu tormenta interior. Recuerda que la fe no es ausencia de problemas, sino confianza plena en medio de ellos.

Por eso, toma estas palabras de Juan 14:1 como un mensaje personal del Señor para ti. No dejes que tu corazón se turbe, ni permitas que la ansiedad te robe la paz que Cristo ofrece. Cree en Dios y cree también en Su Hijo, que venció al mundo y prometió estar contigo todos los días, hasta el fin del mundo. Que Su paz, la que el mundo no puede dar, gobierne tu mente y tus pensamientos. Y cuando todo parezca incierto, recuerda que Jesús sigue diciendo: “No se turbe vuestro corazón.” Él está contigo, y Su amor es tu refugio eterno. Amén.

La vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee
Gozosos de haber sido tenidos por dignos de padecer afrenta por causa del Nombre