Bendito sea el nombre del Señor para siempre, glorificad Su nombre porque Él es bueno, porque Su reino, potestad y gloria son sobre todas las naciones, grande en poder majestad y misericordia.
Alabemos a nuestro Dios, porque por Él hoy estamos aquí, y por eso contamos Sus obras y Sus grandes maravillas por todos los tiempos, glorifiquémosle porque no ya otro como Él. Su sangre nos hizo libres, nos dios potestad de ser sus herederos.
Con todos nuestros grandes esfuerzos y alabanzas demos gracias y sacrificio de honor y gloria ante el Señor. Él es Rey de reyes y Señor de señores.
¿Por qué no dar alabanzas a Aquel que nos dio libertad a través de Su sangre? La Biblia dice:
Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios.
1 Corintios 6:20
Algo muy importante que podemos notar aquí es que aunque esta carta fuese para aquel pueblo, nosotros también fuimos alcanzados por esa promesa, fuimos comprados allá en la cruz, y no por cualquier precio, sino a precio de sangre, sangre derramada por nuestros pecados.
Este precio por la cual fuimos comprados, fue un precio muy grande. Dios dio a Su hijo en sacrificio por toda la humanidad, no fue por uno o dos, ni por el más rico, ni por el más pobre, ni por el de clase media. Este sacrificio fue por toda Su creación.
Agradece a Dios y glorifícalo por esa obra tan maravillosa que hizo para ti: Su sacrificio fue grade y por todos.