Es evidente que el amor de Dios abarca todo lo que está dentro y fuera, es por eso que ese amor se puede reflejar de una manera sobrenatural, fuerte, compasivo, respetable y compresivo. Este es el amor de Dios para las personas.
Creó al hombre y la mujer, para que creasen familias y tuvieran amor el uno por el otro, tratando el hombre a la mujer como a vaso frágil, y la mujer tratando a su esposo como cabeza del hogar respetándolo en todo, amándolo y honrándolo.
Es por eso que también antes de nosotros amar una persona, uno debe amarse a sí mismo primero para después amar a su prójimo. Ese amor uno debe sentirlo primero, ya que uno está bajo el mandato del Señor, andando en Sus caminos en obediencia a Él.
Sabemos bien que todo hombre que se somete a Dios puede portar cosas buenas, tiene buena conducta, y por esta razón su esposa siempre será bendecida y respetada por su esposo. Él la amará hasta que la muerte los haya separado.