Ama a tu mujer como a ti mismo

Hombre, ¿sientes mucho amor por ti mismo, te amas tal y como lo establece la misma Biblia?. Entonces si es así, puedes amar a tu compañera, aquella que te fue entregada por Dios.

Es bueno recordar que el amar al prójimo es uno de los mandamientos, es por eso que podemos decir que debes amar a tu esposa y respetarla, honrarla siempre.

Si practicamos esto, pues estamos cumpliendo la palabra de Dios, los mandatos establecidos por Él, porque de esta manera podremos combatir todo lo negativo que el enemigo envía al ser humano para que se desvíe del propósito de Dios.

Amar la compañera que Dios te dio, es un mandato que todo hombre debe cumplir:

Por lo demás, cada uno de vosotros ame también a su mujer como a sí mismo; y la mujer respete a su marido.

Efesios 5:33

En otros artículos sobre la mujer, hemos aprendido que la mujer debe respetar y amar a su marido, pero este respeto y amor debe ser mutuo, y el versículo que acabamos de ver nos enseña a amar a la mujer, pero no simplemente amarla, dice que el hombre debe amar a su mujer «como a sí mismo».

En esta enseñanza, el apóstol Pablo enseñaba sobre el matrimonio y a la vez hablaba sobre Jesús y la iglesia, haciendo la comparación de así como Jesús ama a su iglesia, pues los esposos deben amar a sus esposas.

Hermanos, cumplamos con esta gran enseñanza, maridos, respetad a vuestras esposas, amadlas sobre todo, mujeres haced lo mismo con vuestros esposos y sus vidas serán bendecidas en el Señor.

El matrimonio fue diseñado por Dios como una unión sagrada, no solamente para compartir la vida en lo material, sino también para edificar juntos lo espiritual. Amar a la esposa significa mucho más que tener gestos románticos; es también proveer cuidado, comprensión, paciencia y apoyo en todas las circunstancias. Cuando un hombre ama a su mujer de esta manera, está reflejando el mismo amor que Cristo derramó sobre la iglesia, un amor que es sacrificial y verdadero.

Muchos matrimonios se debilitan porque el esposo olvida este principio esencial. El amor no debe estar condicionado a los errores o a las dificultades, sino ser constante y firme. La Biblia nos muestra que Jesús no amó a su iglesia por su perfección, sino que la amó aun cuando estaba llena de faltas y pecados. De la misma forma, el hombre debe aprender a amar con paciencia y perdón, mostrando que su compromiso es más fuerte que cualquier prueba.

Amar a la esposa como a uno mismo implica cuidarla en todos los sentidos. Así como cuidas tu cuerpo, te alimentas, descansas y procuras tu bienestar, de igual forma debes cuidar el corazón, la salud emocional y espiritual de tu compañera. Ella no es solo una ayuda idónea, sino un regalo de Dios que fue puesta a tu lado para caminar juntos hacia la eternidad. Cuando un esposo honra a su esposa, está honrando también al Señor que se la entregó.

Asimismo, este amor trae bendiciones palpables al hogar. Una casa donde reina el respeto y la comprensión es un refugio de paz. Los hijos que crecen en un ambiente donde el esposo y la esposa se aman conforme a la Palabra, tendrán un ejemplo vivo de lo que significa el verdadero amor cristiano. Ellos aprenderán a valorar el matrimonio y a respetar a los demás, porque vieron primero a sus padres hacerlo.

Otro punto importante es comprender que el amor requiere esfuerzo diario. No basta con decir “te amo”, es necesario demostrarlo en acciones: con palabras de ánimo, con gestos de apoyo, con tiempo de calidad, con escucha atenta y con la disposición de sacrificar la comodidad personal por el bien de la pareja. El verdadero amor no busca lo suyo, sino que se entrega en servicio constante, tal como lo enseña 1 Corintios 13.

Amar también significa perdonar. En toda relación surgen diferencias y desacuerdos, pero cuando existe el amor de Cristo en medio del matrimonio, el perdón fluye con mayor facilidad. El resentimiento y el orgullo destruyen las relaciones, mientras que la humildad y la misericordia las fortalecen. El esposo que sabe perdonar y que guía con mansedumbre está siguiendo el ejemplo de Jesús, y su matrimonio será fortalecido en el Señor.

Querido lector, si eres esposo, toma en serio este mandato divino: ama a tu esposa como a ti mismo. No lo veas como una obligación pesada, sino como una oportunidad para reflejar el carácter de Cristo en tu hogar. Y si eres esposa, responde con respeto, pues de esta manera el matrimonio se convierte en un testimonio vivo de la gracia de Dios. El amor mutuo, basado en la Palabra, es la base de un hogar sólido, y de ese amor fluirán bendiciones para ti, para tus hijos y para todos los que rodeen tu familia.

Que cada matrimonio cristiano pueda tomar esta enseñanza como un fundamento inquebrantable: el esposo ame a su esposa y la esposa respete a su esposo. Así como Cristo reina en la iglesia, reine también en cada hogar, trayendo paz, unidad y bendición abundante.

Mujer buena halla el hombre que anda en los caminos de Dios
De la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros