Es claro que si somos hijos de Dios, pues somos de la luz y andamos en la luz, ya que esa luz proviene del mismo Señor. No somos de las tinieblas, sino del día.
Esta es la luz que nos hace brillar, nos hace estar siempre encendidos, el sol es que nos hace brillar en nosotros día a día. Su presencia es nuestro refugio.
En las tinieblas solo están aquellos que solo siguen las obras malas, prefieren hacer sus malas obras de noche, para que no sean vistos (Juan 3:20). La Biblia dice lo siguiente:
Porque todos vosotros sois hijos de luz e hijos del día; no somos de la noche ni de las tinieblas.
1 Tesalonicenses 5:5
La Biblia nos habla de la gran importancia que estar bajo esta luz poderosa, nuestro Dios y salvador, de Él proviene aquella luz que nos cubre. Esa luz nunca se apaga, esta es la luz de nuestro amado Señor y salvador.
Si estamos en Cristo Jesús siempre estaremos en luz y el día nos arropará con su gran esplendor porque esta grande luz solo proviene de nuestro Señor.
También podemos dar a notar que el día de la venida del Señor todo será diferente, aquellos que andan en la luz serán reconocidos, es decir, estos que provienen del Señor, su luz nunca se apagará.
Estas son las enseñanzas de Pablo y sabemos claramente que todo esto es así. Por lo tanto, si Dios es luz, entonces también nosotros estamos en esa luz, y esa luz es la luz de Cristo.