Debemos tener bien claro que como creyentes del Señor, debemos amar al prójimo, y por eso no debemos hacer acepción de personas, pensando que debemos tratar a unos diferentes que a otros.
Nuestro Dios no hace acepción de personas, cada uno dará cuentas a Dios por sus obras y no importará el color de piel, estatura, nacionalidad, posición económica, cada uno tendrá que responder por lo que hizo y no tendrá ningún tipo de preferencia por nada que haya sido o haya poseído.
Como hijos de Dios debemos dar buen ejemplo aquí en la Tierra y enseñar sobre el amor, y el no hacer acepción de personas es una buena forma de hacer esto:
1 Hermanos míos, que vuestra fe en nuestro glorioso Señor Jesucristo sea sin acepción de personas.
2 Porque si en vuestra congregación entra un hombre con anillo de oro y con ropa espléndida, y también entra un pobre con vestido andrajoso,
3 y miráis con agrado al que trae la ropa espléndida y le decís: Siéntate tú aquí en buen lugar; y decís al pobre: Estate tú allí en pie, o siéntate aquí bajo mi estrado;
4 ¿no hacéis distinciones entre vosotros mismos, y venís a ser jueces con malos pensamientos?
Santiago 2:1-4