Hermanos, debemos estar preparados, hemos escuchado por doquier que Cristo, nuestro amado Salvador, viene, y es verdad, porque la misma Biblia nos habla claramente acerca de este gran día. Será un acontecimiento glorioso para los que esperan con fe, pero también un día de sorpresa y tristeza para quienes no estén preparados. El Señor no retarda Su promesa, sino que en Su infinita misericordia da tiempo para que muchos se arrepientan. Sin embargo, llegará el momento en que la trompeta sonará, y los que no estén listos se quedarán.
Hoy más que nunca, debemos reflexionar sobre esta verdad que tantas veces hemos escuchado: ¡Cristo viene! Algunos se burlan, otros se cansan de oírlo, pensando que es una advertencia lejana o exagerada. Pero la Palabra de Dios es clara: “El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán” (Mateo 24:35). Lo que Dios ha dicho se cumplirá al pie de la letra. Muchos se han vuelto indiferentes, dejando que las distracciones, los placeres y las preocupaciones del mundo apaguen su esperanza. Pero el llamado de Cristo sigue vigente: “Velad, porque no sabéis el día ni la hora en que el Hijo del Hombre ha de venir”.
Escuchamos a muchas personas decir que están cansadas de oír que Cristo viene, y cuestionan esta gran noticia como si fuera una fábula antigua. Sin embargo, cada generación está llamada a vivir con expectación y fe. El retorno de Cristo no depende de la impaciencia humana, sino del plan perfecto de Dios. Jesús mismo dijo que ni los ángeles ni el Hijo saben el día, sino solo el Padre (Mateo 24:36). Por eso, la venida del Señor será repentina, como ladrón en la noche, y tomará por sorpresa a muchos que no estén vigilantes. La pregunta sigue siendo la misma: ¿Estás listo para ese gran día?
Los cristianos de la iglesia primitiva también enfrentaron momentos de duda y desánimo. Las persecuciones, los sufrimientos y las largas esperas hicieron que algunos se preguntaran si el Señor realmente volvería. Pero los apóstoles, llenos del Espíritu Santo, les recordaban constantemente que Dios cumple todo lo que promete. El libro de Hebreos nos exhorta a mantener la fe, aun en medio de las pruebas, porque el que ha de venir, vendrá:
Porque aún un poquito, y el que ha de venir vendrá, y no tardará.
Hebreos 10:37
Este versículo es una declaración de esperanza. No dice “quizás venga”, sino que afirma con certeza: “vendrá”. No hay duda alguna en las promesas de Dios. A veces, desde nuestra perspectiva humana, parece que el tiempo pasa lento, pero en el calendario divino todo se cumple a la perfección. Dios no miente (Números 23:19), ni se retracta de lo que ha dicho. Él es fiel en todas sus palabras (1 Corintios 1:9). Cristo prometió regresar por su Iglesia, y esa promesa está más viva que nunca. Aunque el mundo se vuelva cada vez más hostil hacia la fe, los hijos de Dios deben permanecer firmes, sabiendo que su redención está cerca.
Recordemos también lo que nos enseña Pedro: “Para el Señor un día es como mil años, y mil años como un día” (2 Pedro 3:8). Esto significa que el tiempo de Dios no es como el nuestro. Él no se retrasa, simplemente obra según su propósito eterno. En su misericordia, da tiempo para que más almas se arrepientan y sean salvas. Pero llegará el momento cuando el Hijo del Hombre vendrá con poder y gran gloria, y toda rodilla se doblará delante de Él. Los que durmieron en Cristo resucitarán primero, y los que estemos vivos seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire (1 Tesalonicenses 4:16-17).
No desesperemos, hermanos. Esa promesa será cumplida en su tiempo perfecto. Mientras tanto, seamos sabios y vigilantes. Guardemos nuestra lámpara encendida, con aceite suficiente para cuando el Esposo venga. No permitas que el sueño espiritual o el descuido te sorprenda. Es tiempo de buscar al Señor con sinceridad, de vivir en santidad y de proclamar que Jesús vuelve pronto. Que nuestras vidas sean un testimonio vivo de esperanza y fe en medio de un mundo que se olvida de Dios. Perseveremos con paciencia, porque muy pronto, los cielos se abrirán y veremos a nuestro Salvador venir en gloria. ¡Maranatha! Cristo viene. Estemos listos para irnos con Él.