Si vivimos según la carne, actuando de manera pecaminosa delante de nuestro Dios, ya con esto hay condenación, porque a todo aquel que anda según la carne, le espera un triste final si no se arrepiente de sus malas obras y le entrega su vida a Dios.
Muchos tienen su vida desordenada porque Cristo no está presente en sus vidas. Recordemos que solo hay uno que puede transformar nuestras vidas para bien, librarnos de la condenación, de los deseos de la carne y del desorden, este es nuestro Dios Altísimo.
¿Qué persona por sí sola puede apartarse de las vanidades y del desorden que provoca su pecado? ¿Acaso no es Dios quien puede limpiarnos de toda estas cosas? Somos débiles y es por eso que debemos apegarnos a los mandatos que el Señor ha puesto para que así podamos ser libres.
En el siguiente versículo Pablo habla de un gran beneficio de andar conforme al Espíritu:
Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu.
Romanos 8:1
Esta es la ventaja de vivir una vida agradable en el Señor, que no serán condenados en aquel gran día del juicio final.
Así que, hermanos en Cristo Jesús, no somos condenados porque estamos practicando todas las cosas según el Espíritu, no andamos en la carne, pero si alguno está andando según la carne, entonces que vaya delante del Señor y le pida ser guiado por Él para andar según el Espíritu, y todo será diferente.