Tendrán seguridad aquellos que confían planamente en el Señor, no serán avergonzados, serán cubiertos con Su enorme escudo protector.
El Señor de los ejércitos siempre asegura la vida de aquellos Sus siervos que depositan toda su confianza en Él, que siempre creen que la voluntad de Dios es más que suficiente en sus vidas.
En el salmo 34 verso 22, aquí podemos ver que el salmista David habla lo siguiente a sus hombres, aunque en este capítulo podemos apreciar las palabras de fortaleza que David pronunciaba:
Jehová redime el alma de sus siervos, y no serán condenados cuantos en él confían.
Salmos 34:22
Debido a las dificultades por las cuales pasaba el salmista, era necesario que toda su confianza estuviera siempre en la mano del Señor. David, aunque estuviere siendo perseguido, no dejaba de glorificar el nombre de Dios.
Estando allí en aquella cueva de Adulam, David hablaba con sus hombres, viendo en el verso estas palabras, su seguridad y la de sus hombres estaba en las manos del Señor. Miremos bien este verso, «el Señor redime el alma de sus siervos», o sea, los libra de la situación por la que están pasando.
Es por eso que en los versículos anteriores, específicamente en el 19, encontramos esta palabra: «Muchas son las aflicciones del justo, pero de todas ellas le librará Jehová», y esta es una gran verdad, puesto que Dios no deja solo al justo, sino que Él es su amparo y pronto auxilio en las tribulaciones, en las aflicciones.
Lo que nos lleva a la segunda parte del versículo central de este artículo: «y no serán condenados cuantos en él confían», y sobre eso no tendremos que abundar mucho porque está más que claro.
Confiemos de todo corazón en el Señor, Él es nuestro sustento, por más luchas y aflicciones que tengamos, por más perseguidos que seamos, no desesperemos, confiemos en que Él nos librará en el momento que menos lo esperemos.
La confianza como fundamento de la vida cristiana
Confiar en Dios no es simplemente una frase que repetimos, es una actitud de vida. Cuando ponemos nuestra esperanza en el Señor, estamos reconociendo que nuestros recursos, fuerzas y capacidades humanas no son suficientes, pero que en Él todo es posible. David lo entendía bien, pues aunque los ejércitos le rodeaban, sabía que Jehová era su fortaleza y su escudo. Esto nos enseña que en cada circunstancia difícil debemos aprender a descansar en Dios, creyendo que Su voluntad es perfecta.
Hoy en día, los cristianos enfrentamos diferentes tipos de persecuciones y pruebas. Tal vez no estemos escondidos en una cueva como David, pero sí enfrentamos momentos de incertidumbre económica, enfermedades, pérdida de seres queridos o la incomprensión de quienes nos rodean. En esos momentos, recordar que «muchas son las aflicciones del justo, pero de todas ellas le librará Jehová» es una fuente de paz y de esperanza.
Ejemplos bíblicos de confianza en Dios
La Escritura nos da múltiples ejemplos de hombres y mujeres que confiaron plenamente en Dios. José, vendido por sus hermanos y encarcelado injustamente, nunca dejó de confiar en el Señor, y al final fue exaltado en la tierra de Egipto. Daniel, en medio de un reino extranjero, confió en Dios a tal punto que ni los leones pudieron tocarlo. La viuda de Sarepta, que apenas tenía un poco de harina y aceite, decidió confiar en la palabra de Dios dada por el profeta Elías, y su provisión nunca faltó.
Cada uno de estos testimonios nos confirma que la confianza en Dios nunca será en vano. El Señor honra a los que confían en Él, y aun cuando parezca que la situación está perdida, Dios tiene la última palabra.
Aplicación para nuestra vida
Confiar en Dios significa entregarle nuestras cargas y dejar que Él dirija nuestro futuro. Muchas veces queremos tener el control de todo, pero la verdadera paz viene cuando reconocemos que solo en Dios podemos estar seguros. La ansiedad, el miedo y la desesperación son señales de que hemos quitado la mirada del Señor. Por eso, debemos recordar constantemente Sus promesas, orar y meditar en Su Palabra.
El salmista también dijo: «En paz me acostaré, y asimismo dormiré; porque solo tú, Jehová, me haces vivir confiado» (Salmos 4:8). Esta es la confianza real, aquella que nos permite descansar aun en medio de tormentas, porque sabemos que Dios guarda nuestra vida.
Reflexión final
Querido lector, hoy es un buen momento para evaluar en quién estás confiando. El mundo ofrece seguridad falsa en el dinero, el poder o los placeres temporales, pero la verdadera seguridad solo se encuentra en Jesucristo. Él es quien redime el alma de Sus siervos y libra de toda condenación a los que ponen en Él su fe. Decide hoy confiar en Dios con todo tu corazón y verás cómo Su paz, que sobrepasa todo entendimiento, guardará tu vida en cada momento. No olvides que, así como Dios no desamparó a David, tampoco te dejará a ti.