«Dios es mi esperanza»: Mensaje grabado en tenis de medallista olímpica

Marieleidy Paulino ha ganado medalla de plata en los juegos olímpicos de Tokio de este año 2021 en los 400 metros planos.

La atleta ha impresionado con un mensaje grabado en sus tenis que dice: «Dios es mi esperanza. Amén».

Dios es mi esperanza - Marileidy Paulino

La dominicana ha mostrado al mundo el orgullo de su bandera y la fe puesta en Dios y esto lo hizo tomando la bandera dominicana con una mano y la Biblia con la otra, y por supuesto, el mensaje alentador en sus zapatillas.

Marileidy Paulino - Biblia - Bandera - Dios es mi esperanza - Tenis

Cabe destacar que Marieleidy se convierte en la primera dominicana con al menos dos preseas en juegos olímpicos a pesar de no ganar oro, siendo la dominicana de escasos recursos y de una fe cristiana bien cimentada, es una felicidad increíble para sus amigos, país y el mundo.

Es la tercera mujer latinoamericana en alcanzar este logro, y lo más bonito de esta historia es como la joven tomó la Biblia mostrando a todo el mundo lo importante que es Dios y Su Palabra.

Seamos como esta mujer, y enseñemos al mundo que la Biblia es relevante.

El triunfo de Marileidy Paulino no es solamente una medalla en la historia del deporte, sino un ejemplo de perseverancia, disciplina y fe inquebrantable. Desde sus humildes inicios hasta llegar a lo más alto del atletismo mundial, su historia refleja que cuando se tiene fe en Dios y se trabaja con determinación, los límites se rompen y los sueños se cumplen. Cada paso que dio en la pista fue un reflejo de años de sacrificio y entrega, acompañados de una confianza firme en el Señor.

En un mundo donde muchas veces se exalta únicamente la fama o el éxito material, el gesto de Marileidy al mostrar la Biblia y declarar públicamente que su esperanza está en Dios, se convierte en un poderoso recordatorio de lo que realmente tiene valor eterno. No se trata solo de correr por una medalla, sino de llevar un mensaje que impacte vidas, y que dé testimonio de que el Creador es quien sostiene y fortalece en cada proceso.

El deporte es una plataforma que llega a millones de personas, y Paulino la ha usado de la mejor manera: para dar gloria a Dios. Su testimonio inspira a jóvenes atletas, no solo en República Dominicana, sino en toda Latinoamérica y el mundo. En sus palabras y en sus actos se ve reflejado lo que dijo el apóstol Pablo: «Todo lo puedo en Cristo que me fortalece» (Filipenses 4:13). Su medalla no es únicamente un logro personal, sino un triunfo colectivo que levanta el espíritu de una nación entera.

Además, su ejemplo nos recuerda que la fe y el deporte no están separados. Muchos piensan que para triunfar en un ámbito profesional hay que dejar a un lado los valores espirituales, pero Marileidy demuestra lo contrario: que se puede ser excelente en la pista sin perder de vista lo eterno. Su testimonio nos anima a ser coherentes con lo que creemos, a mostrar nuestra fe sin temor, y a reconocer que Dios es quien abre puertas en los momentos más decisivos.

Cada logro deportivo pasa, las medallas se guardan y los récords pueden romperse, pero el mensaje de esperanza en Dios trasciende generaciones. El ejemplo de Marileidy Paulino quedará en la memoria colectiva, no solo por ser una medallista olímpica, sino porque se atrevió a levantar la Biblia y proclamar que su confianza está puesta en el Señor. Su victoria se convierte en un sermón vivo para todos nosotros, recordándonos que lo más importante es caminar en fe y ser luz en medio de la oscuridad.

Reflexión final: Al igual que Marileidy, cada uno de nosotros corre una carrera. Tal vez no sea en un estadio olímpico, pero sí en la vida diaria, enfrentando obstáculos, luchas y desafíos. La diferencia está en a quién acudimos para encontrar fuerzas. Si ponemos nuestra esperanza en Dios, Él nos dará la victoria que realmente importa: la victoria sobre el temor, la derrota y la desesperanza. Sigamos su ejemplo, levantemos nuestra fe y mostremos al mundo que, en verdad, “Dios es nuestra esperanza”.

Evita las contiendas
Ayúdanos, oh Dios de nuestra salvación