El Señor siempre será nuestro escudo y fortaleza, de maña y de noche somos cuidados por Su gran misericordia, nuestra salvación seguirá segura bajo Su poder maravilloso.
Es importante que nosotros siempre sepamos reconocer nuestros errores delante de nuestro Dios, debemos saber que Él nos recibirá y no nos rechazará porque Él es un Dios grande en misericordia.
Aquellos que un día estuvieron bajo la mano del faraón pasaron muchas dificultades, pero salieron de aquel lugar para un lugar enorme y maravilloso el cual Dios le tenía preparado. Muchos reconocían a Dios y pedían perdón por sus desobediencia, pero otros no.
También podemos poner el ejemplo de los sobrevivientes del exilio, vemos a Asaf lamentando la destrucción de Jerusalén y la profanación del templo de Dios:
Ayúdanos, oh Dios de nuestra salvación, por la gloria de tu nombre; Y líbranos, y perdona nuestros pecados por amor de tu nombre.
Salmos 79:9
La súplica de este hombre delante de Dios era bien humilde y de gran valor, puesto que el pueblo había pecado y había recibido castigo de Dios, por eso Asaf pide a Dios que libre al pueblo de eso que estaban pasando.
Cómo ha de verse cuando hay pecado delante de Dios, el pueblo claramente estaba sufriendo calamidades políticas y económicas las cuales estaban ocasionando un descontrol en ellos.
En el día de hoy el mundo está siendo azotado fuertemente a causa del pecado y la mayoría no quiere reconocerlo, al contrario, en medio de esta situación tan difícil hay grupos luchando para que el pecado sea reconocido como bueno y legalizado. En estos tiempos falta alguien que pida misericordia por esta generación perversa y que como Asaf también diga «líbranos, y perdona nuestros pecados por amor de tu nombre».
El mensaje de este salmo sigue teniendo un eco poderoso en nuestra vida espiritual. Asaf entendió que la única salida estaba en acudir al Dios de la salvación, aquel que tiene poder para librar y restaurar. De la misma manera, nosotros debemos acudir constantemente al Señor, reconociendo que solo en Su misericordia encontramos perdón y esperanza. Esto nos enseña que no debemos quedarnos atrapados en la culpa, sino humillarnos ante Dios y confiar en que Él siempre está dispuesto a levantar a Sus hijos.
Hoy en día vivimos tiempos de crisis moral, donde se confunde lo bueno con lo malo, y lo malo con lo bueno. Ante esta realidad, los creyentes tenemos el llamado de mantenernos firmes en la fe, intercediendo por nuestro país, por nuestras familias y por el mundo entero. No podemos quedarnos callados cuando vemos la injusticia y el pecado gobernando en los corazones, sino que debemos ser luz y clamar a Dios como lo hizo Asaf, con un corazón quebrantado y sincero.
Además, la Biblia nos recuerda que Dios es lento para la ira y grande en misericordia. Esto significa que todavía hay oportunidad para arrepentirse y cambiar de rumbo. No importa cuán grande haya sido la falta, si vamos al Señor con humildad, Él está dispuesto a perdonar y a restaurar lo que el pecado ha destruido. Tal como los israelitas fueron librados de Egipto y como los exiliados clamaron en tiempos de angustia, nosotros también podemos ser levantados si confiamos en el poder de Dios.
Querido lector, reflexiona hoy en tu caminar. ¿Estás viviendo bajo la cobertura de la misericordia de Dios o estás intentando resolver las cosas con tus propias fuerzas? La historia nos demuestra que lejos de Dios solo hay derrota, pero con Él hay vida abundante, esperanza y victoria. Así que, no endurezcas tu corazón, busca al Señor mientras puede ser hallado y permite que Su gracia te cubra en todo momento.
Reflexión final: Al igual que Asaf clamó por el perdón de su pueblo, nosotros necesitamos interceder por nuestra generación. El pecado trae destrucción, pero la misericordia de Dios trae restauración. Por tanto, acerquémonos a Su trono de gracia, reconociendo nuestra dependencia de Él y confiando que en Cristo Jesús tenemos un refugio seguro, un escudo y una fortaleza eterna.