Jesús daba enseñanzas claras y precisas a los discípulo, también les hablaba de manera que los discípulos se preocupaban en gran manera. Esto se ve cuando le dijo que partiría, pero que Dios enviaría al Consolador, el Espíritu Santo.
Es evidente que mientras Jesús esparcía Su ministerio, hablando el mensaje que Su padre le había dado, pues había mucha oposición, pero claramente podemos entender que todas estas cosas debían pasar. Muertos recibieron vida, cojos se levantaban, ciegos veían, mudos hablaban. Pero también había una espada para aquellos que venían en contra de Jesús.
Jesús hablaba de las recompensas de cada uno de ellos, el tiempo ya estaba cerca, esta era una gran promesa la cual les ayudaría durante Sus sermones, porque había una misión que debían cumplir. Pero ante eso no estarían solos porque el Espíritu Santo les acompañaría. La Biblia dice que cuando llegó la hora Jesús dijo lo siguiente:
26 Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho.
27 La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo.
Juan 14:26-27