Nuestro testimonio puede servir como un puente para que más personas puedan conocer de las grandezas que Dios hace, y este es el caso de Arthur Ansuattigui, un niño de apenas 10 años que de pequeño padecía de ciertas dolencias, pero siquiera los mejores médicos pudieron dar un diagnostico claro de su enfermedad.
Por esta enfermedad misteriosa, Arthur tuvo que verse hospitalizado muchísimas veces, hasta cuenta que cuando tenía apenas un mes de nacido, le hicieron una transfusión de sangre.
El mismo Arthur ha contado su testimonio a través de una transmisión de la Iglesia Bautista Attitude en Rio de Janeiro. Cuenta que al su madre no ver que los médicos tenían una respuesta clara a este proceso de enfermedad, ella solo comenzó a orar para que sea Dios quien sane a su hijo.
El niño dijo que su madre había hecho una oración, en la que decía a Dios que si salvaba a su hijo, entonces lo llevaría a la iglesia. Tiempo después la madre escuchaba a un predicador a través de la televisión, y sintió que el mismo Dios le habló cuando el predicador dijo: «Su hijo recibirá una nueva vida».
Y según Arthur testifica, un día después de su madre haber escuchado estas palabras, ya su hijo estaba sano.
Y al parecer, este no fue el único milagro, ya que Arthur cuenta que a la edad de dos años le fue detectado un quiste en la cabeza y tuvieron que salir de emergencia en un avión, cosa pudo hacer reventar el quiste pero no fue así, desde allí ya Dios estaba realizando un poderoso milagro en la vida de Arthur.
Arthur no ha vivido una infancia común, sino que ha tenido que pasar por muchas encrucijadas, pero hoy en día, con apenas 10 años de edad puede testificar a todo el mundo que existe un Dios poderoso que puede hacer grandes obras.
La fe de una madre perseverante
Este testimonio no solo muestra la sanidad de un niño, sino la perseverancia de una madre que decidió confiar plenamente en Dios cuando la medicina no tenía respuestas. Ella no dejó que el miedo la paralizara, sino que con fe sencilla oró y puso la vida de su hijo en las manos del Creador. La Biblia nos enseña que la oración del justo puede mucho (Santiago 5:16), y en este caso vemos cómo una madre intercesora se convirtió en instrumento de bendición para su hijo.
Los milagros que confirman la gloria de Dios
Cada detalle de la vida de Arthur parece estar marcado por la intervención divina. Desde la transfusión cuando era apenas un bebé, hasta el milagro del quiste en su cabeza que no llegó a estallar, todo esto refleja que Dios tiene un propósito especial con él. Estos acontecimientos nos recuerdan las palabras del salmista: «No moriré, sino que viviré, y contaré las obras de Jehová» (Salmos 118:17). El testimonio de Arthur es precisamente eso: un relato vivo que inspira y fortalece la fe de quienes lo escuchan.
Un niño convertido en testigo de fe
Aunque su vida no ha sido fácil, Arthur con tan corta edad se ha convertido en un ejemplo para muchos. Su disposición para contar lo que Dios ha hecho en él revela una madurez espiritual poco común en los niños. A través de su historia, Dios muestra que no hay edad mínima para testificar y que todos podemos ser instrumentos de Su poder. Cuando compartimos lo que Dios ha hecho, motivamos a otros a creer, a esperar y a confiar en que Él sigue obrando milagros.
Reflexión final
El testimonio de Arthur nos enseña varias lecciones valiosas: primero, que la oración de una madre puede cambiar el rumbo de la vida de un hijo; segundo, que los médicos pueden llegar hasta un límite, pero Dios no tiene límites; y tercero, que aun en medio de las pruebas más dolorosas, el Señor tiene el control. Que esta historia nos impulse a no rendirnos, a seguir confiando en Dios y a compartir con otros los milagros que Él ha hecho en nuestras vidas. Como Arthur, también podemos decir con convicción: «Dios sigue haciendo maravillas».