Si el justo con dificultad se salva, ¿En dónde aparecerá el impío y el pecador?

Sabemos que a través de Dios nos mantenemos firmes, por Su gracia y misericordia, que aún en tiempos cada vez más difíciles podremos resistir bajo el poder de nuestro Señor.

Somos probados como el oro cuando es refinado, que sale bien brillante y con una calidad mucho mejor que cuando fue encontrado. Gracias a las pruebas y dificultades a las que nos enfrentamos hoy día aprendemos a resistir estos tiempos difíciles.

Con todo lo que acontece en nuestra vida diaria siendo cristianos, seguimos de pie, ya que sin Cristo no estuviéramos aquí. Una cosa que ha de pasar con aquellos que no conocen lo que ha de venir, aquellos que nunca se han acercado al Señor. Estos, los cuales son impíos, los que hacen maldad y cuantas cosas les vienen a su mente, a estos les será muy difícil alcanzar misericordia, si aún los justos la tienen difícil, como dice la misma Biblia:

Y: Si el justo con dificultad se salva, ¿En dónde aparecerá el impío y el pecador?

1 Pedro 4:18

Es claro lo que Pedro estaba diciendo, este sufrimiento, estas pruebas que estamos pasando, siendo probados por este fuego, somos purificados, estamos siendo preparados, estas luchas nos llevan a ser mejores cristianos en Cristo Jesús.

En todo el tiempo sabemos que la iglesia ha sido maltratada, ha sido probada en todo su camino. Es por eso que dice este verso, que con muchas dificultades los hijos de Dios alcanzan la salvación, pero ¿Qué será del impío, cómo se podrá salvar si no hace ningún esfuerzo para alcanzar la salvación?

Hermanos, Pedro nos exhorta a que podamos seguir, que sigamos esta gran carrera en el camino del Señor, no importa las pruebas o por el fuego que estemos pasando, ya que este fuego es para mejorar nuestras vidas en el Señor.

Palabras finales

Este pasaje nos invita a meditar profundamente sobre el precio de la fe y la necesidad de perseverar en medio de las pruebas. La salvación no es un camino fácil, sino un proceso continuo de transformación y obediencia. Pedro nos recuerda que incluso los justos enfrentan dificultades, pero estas no son para destruirnos, sino para hacernos más semejantes a Cristo. Las pruebas son el crisol donde el carácter del creyente es purificado, y el fuego de la tribulación solo elimina las impurezas de nuestra fe, dejándonos más firmes y confiados en la gracia de Dios.

El impío, en cambio, rehúsa someterse a este proceso y busca caminos de placer inmediato, pero su destino está lejos del favor de Dios. Nosotros, los redimidos, debemos ver en cada prueba una oportunidad para fortalecer nuestra fe y crecer en dependencia del Señor. Cuando enfrentamos el sufrimiento con fe, demostramos al mundo que nuestro gozo no depende de las circunstancias, sino de Cristo, quien venció toda adversidad en la cruz.

Por eso, hermano, si hoy atraviesas un tiempo difícil, no te desanimes. Dios está obrando en silencio, puliendo tu vida como el orfebre que trabaja con el oro. Cada lágrima, cada momento de dolor, cada incertidumbre, tiene un propósito divino. Mantente firme, ora con fervor, y confía en que el Dios que comenzó la buena obra en ti la perfeccionará hasta el día de Jesucristo. Y cuando finalmente estemos delante del trono, veremos que toda aflicción fue pequeña comparada con la gloria eterna que nos espera. No te rindas; el fuego no te destruirá, solo te hará brillar más para la gloria de Dios.

¿Qué debemos hacer para poner en práctica las obras de Dios?
Fuera de Dios no hay quien salve