Seguir adelante en los caminos de Dios es un llamado que requiere valentía, fe y perseverancia. La vida cristiana no siempre es sencilla, y el hecho de que surjan obstáculos, pruebas y tentaciones forma parte del proceso de crecimiento espiritual. Sin embargo, lo hermoso de todo esto es que no caminamos solos, sino que el Señor mismo nos guía, nos da fuerzas y nos asegura que si permanecemos en Él tendremos la victoria.
El seguir adelante en los caminos de Dios es enfrentarse a muchas adversidades, ya que las luchas aumentan cada día que van pasando.
Recordemos que solo podemos seguir adelante si nuestra confianza en el Señor es plena, si creemos en Él, si obedecemos Su Palabra.
En este artículo hablaremos de lo que Dios le dijo al pueblo de Israel, de qué debía hacer para que pudiera avanzar, para que pudiera caminar sin piedras de tropiezo, porque obedeciendo al Señor con todo su corazón, les iría bien en su camino.
Andad en todo el camino que Jehová vuestro Dios os ha mandado, para que viváis y os vaya bien, y tengáis largos días en la tierra que habéis de poseer.
Deuteronomio 5:33
¿Quién más que Dios conoce nuestro camino? Él es el único que nos puede librar de las garras del enemigo que siempre está atento para destruir a los que siguen el fiel camino de Dios, a aquellos que quieren llevar a cabo la voluntad divina de Dios.
Es por eso que Dios les habla claro y les dice, que si quieren que les vaya bien en su camino, entonces deben obedecer y llevar el camino de Dios.
Es bueno recordar que el pueblo de Israel a veces se rebelaba ante Dios, por eso la ira de Dios descendía y sufrían muchos las consecuencias por cada uno de sus actos.
Debemos tomar esta enseñanza y andar en el camino que Dios nos ha indicado que debemos andar a través de las Santas Escrituras. Si hacemos esto, si obedecemos a Dios y andamos siempre rectos en Su camino, nos irá bien.
Cuando reflexionamos sobre este versículo, entendemos que la obediencia no es una carga, sino una protección. El Señor pide que caminemos en Sus estatutos porque sabe que al apartarnos de ellos terminaremos en sufrimiento, confusión y derrota. La Biblia nos recuerda que «lámpara es a mis pies tu palabra, y lumbrera a mi camino» (Salmo 119:105). Esto significa que, aunque la senda parezca oscura, Dios nos da la dirección correcta para no tropezar.
Un ejemplo claro lo vemos en Josué y Caleb, quienes caminaron con fe y obediencia. Mientras otros se quejaban en el desierto, ellos mantuvieron su confianza en que Dios cumpliría Su promesa de llevarlos a la tierra prometida. Esa firmeza en andar en el camino del Señor les permitió disfrutar de la herencia que muchos otros perdieron por su incredulidad.
De igual manera, hoy nosotros enfrentamos desiertos espirituales, pruebas en la familia, en el trabajo o en la salud. Sin embargo, si seguimos el consejo divino de andar en todo lo que Dios nos manda, podremos experimentar paz y propósito aun en medio de la dificultad. Dios nunca nos pide algo imposible; lo que pide, lo respalda con Su gracia.
Andar en el camino del Señor también implica apartarse del pecado y rechazar todo aquello que nos aleja de Su voluntad. La obediencia diaria, aunque a veces cueste, produce frutos de bendición. El apóstol Pablo lo reafirma en Gálatas 6:9: «No nos cansemos, pues, de hacer bien; porque a su tiempo segaremos, si no desmayamos».
En conclusión, seguir adelante en el camino de Dios es la decisión más sabia que podemos tomar. No significa que la vida será fácil, sino que tendremos la seguridad de Su compañía y de Su guía. El mismo Señor que acompañó a Israel en el desierto es el que hoy camina con nosotros. Obedezcamos Su voz, sigamos Sus mandamientos y vivamos confiados en que nos irá bien si permanecemos en Sus sendas. Cuando decidimos andar en todo el camino que Dios nos manda, encontramos vida, paz y esperanza, y podremos disfrutar de la promesa de largos días bajo Su favor.