El mensaje a la iglesia de Sardis en el libro de Apocalipsis es un recordatorio muy fuerte y directo. Esta ciudad era conocida por su riqueza, su influencia y también por la idolatría que reinaba en ella. Sin embargo, en medio de toda esa apariencia externa, la iglesia estaba siendo llamada por Jesús a despertar, a reflexionar y a volverse nuevamente a la senda correcta. Este texto no solo fue escrito para Sardis, sino que hoy en día sigue teniendo gran relevancia para cada uno de nosotros, porque también necesitamos recordar, guardar y arrepentirnos.
Acuérdate, pues, de lo que has recibido y oído; y guárdalo, y arrepiéntete. Pues si no velas, vendré sobre ti como ladrón, y no sabrás a qué hora vendré sobre ti.
Apocalipsis 3:3
Acuérdate…
Siempre es bueno recordar las buenas costumbres que hemos adquirido. Es como un auto consejo, haciendo un repaso de todo lo que aprendimos una vez y ver si todavía permanecemos en eso. En la vida cristiana no basta con haber recibido la Palabra en algún momento, sino que debemos mantenerla viva en nuestros corazones. El Señor nos invita a hacer memoria de lo que ya hemos recibido y oído, para que no se nos escape de las manos.
Jesús exhorta a la iglesia de Sardis a volver a las enseñanzas que una vez escucharon, a valorar lo que habían aprendido y a perseverar en ello. A veces las distracciones del mundo, los afanes, las riquezas y los problemas cotidianos hacen que olvidemos los principios básicos de la fe. El Señor nos pide recordar para no desviarnos. Como dijo Pablo a Timoteo: “Retén la forma de las sanas palabras que de mí oíste” (2 Timoteo 1:13). Es decir, que no basta con oír, sino que hay que conservar con firmeza.
En nuestra vida práctica, esto puede significar volver a la oración constante, al estudio de la Palabra y al servicio fiel en la iglesia. Muchas veces empezamos con pasión y entrega, pero con el tiempo podemos perder la constancia. El llamado de Jesús es claro: no olvidemos lo que hemos recibido, porque es allí donde encontraremos la verdadera vida espiritual.
¡Arrepiéntete!
¿Cuántas veces está escrita esta palabra en la Biblia? Te aseguro que muchas, porque eso es lo que Dios quiere justamente, que nos arrepintamos, que vivamos una vida santa que obedezca Su Palabra. El arrepentimiento no es simplemente sentir remordimiento, sino dar un giro completo, abandonar la vida de pecado y caminar en obediencia.
En el Antiguo Testamento, los profetas una y otra vez llamaban al pueblo a arrepentirse: “Convertíos a mí de todo vuestro corazón” (Joel 2:12). Y en el Nuevo Testamento, Juan el Bautista y luego Jesús mismo iniciaron su ministerio con un mismo mensaje: “Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado” (Mateo 3:2, 4:17). Esto nos demuestra que sin arrepentimiento no hay verdadero cambio.
El Señor le dice a Sardis lo mismo: “Arrepiéntete”. Una vida sin arrepentimiento es una vida muerta espiritualmente. La iglesia podía tener apariencia de estar viva, pero por dentro estaba apagada. Por eso, el llamado es a encender nuevamente la fe, a volver al primer amor y a vivir en integridad.
Sorpresa
El día del Señor no debe tomarnos como una sorpresa, sin embargo, por la manera de vivir de Sardis, este día sí podría sorprenderlos como ladrón: «Pues si no velas, vendré sobre ti como ladrón, y no sabrás a qué hora vendré sobre Ti». La imagen del ladrón muestra lo inesperado, lo repentino y lo inevitable. Nadie sabe cuándo vendrá el Señor, y por eso debemos estar preparados siempre.
Jesús advirtió en varias ocasiones sobre la importancia de velar. En Mateo 24:42 dijo: “Velad, pues, porque no sabéis a qué hora ha de venir vuestro Señor”. El creyente que vive descuidado se arriesga a ser sorprendido, mientras que aquel que guarda y obedece la Palabra vivirá en constante expectativa y estará preparado. No se trata de vivir con miedo, sino con una esperanza activa y con fe firme.
La iglesia de Sardis debía entender que la riqueza, la comodidad y la apariencia no los salvaría. Solo una vida de arrepentimiento, vigilancia y fidelidad podría evitar que fueran sorprendidos en aquel día. Esta advertencia es también para nosotros hoy. Vivimos en un mundo lleno de distracciones, pero debemos recordar que el Señor vendrá y que el tiempo de gracia no será eterno.
Conclusión
El mensaje a Sardis es un llamado urgente a recordar lo que hemos recibido, a arrepentirnos de corazón y a velar para no ser sorprendidos. La vida cristiana es un camino de constancia, de perseverancia y de fidelidad. No basta con haber comenzado bien, es necesario mantenernos firmes hasta el final. Que no se diga de nosotros que tenemos fama de estar vivos, pero que en realidad estamos muertos espiritualmente. Más bien, que seamos hallados velando, guardando la Palabra y esperando al Señor con gozo y esperanza.
Querido lector, hoy es un buen momento para reflexionar sobre nuestra condición espiritual. ¿Estamos recordando y guardando lo que hemos recibido? ¿Estamos arrepentidos y viviendo en obediencia? ¿Estamos velando en todo momento? La invitación está abierta: volvamos al Señor antes de que sea tarde, porque su venida será segura y repentina.