Una salvación tan grande

Al iniciar este artículo, comenzaremos hablando de la definición de «regalo». Bueno, podemos decir claramente, que ya sea un hombre o una mujer que regale, si estas personas en realidad sienten amor uno por el otro, pues por más sencillo que sea el regalo, éstos los recibirán sin ningún problema.

Si nosotros simples humanos sentimos ese tipo de amor, como dijimos en el ejemplo anterior, hay alguien sobrenatural, que sobrepasa todo, que Su amor es infinito, es pleno y verdadero, Su amor nunca se acaba. Su sacrificio en la cruz fue para que podamos tener nuestra salvación y es por eso que no debemos descuidar esta salvación tan grande:

1 Por tanto, es necesario que con más diligencia atendamos a las cosas que hemos oído, no sea que nos deslicemos.

2 Porque si la palabra dicha por medio de los ángeles fue firme, y toda transgresión y desobediencia recibió justa retribución,

3 ¿Cómo escaparemos nosotros, si descuidamos una salvación tan grande? La cual, habiendo sido anunciada primeramente por el Señor, nos fue confirmada por los que oyeron,

4 testificando Dios juntamente con ellos, con señales y prodigios y diversos milagros y repartimientos del Espíritu Santo según su voluntad.

Hebreos 2:1-4

Atendamos al llamado de Jesús, a estas palabras fieles y verdaderas que fueron traídas para que así podamos ser dirigidos, y hacerlo sin deslizarnos. Seamos cautos y sabios porque este es un tesoro dado por el Señor y no lo podemos descuidar.

Cuando pensamos en un regalo humano, pensamos en algo que tiene fecha de caducidad, que puede romperse, deteriorarse o perderse. Sin embargo, la salvación que Cristo nos ha dado no tiene límite de tiempo, no se agota, no pierde valor y no puede ser robada por nadie. Es un regalo eterno, incomparable y de valor incalculable. ¿Cómo no valorarlo por encima de todo lo terrenal?

El autor de Hebreos nos exhorta a no deslizar nuestra fe. Esa expresión nos recuerda a un barco que poco a poco se aparta del puerto por descuido de sus amarras. Así es el corazón humano cuando no presta atención a lo que Dios ha dicho: sin darnos cuenta, nos podemos alejar lentamente. Por eso se nos invita a ser diligentes, atentos y constantes en nuestra vida cristiana.

Este regalo de salvación se manifestó con pruebas visibles, milagros, prodigios y la presencia del Espíritu Santo. Es decir, Dios no solo anunció su salvación, sino que la confirmó de muchas maneras para que no quedara duda de Su poder. Al reflexionar en esto, comprendemos que descuidar un regalo tan evidente y glorioso sería un acto de ingratitud.

Cada vez que dedicamos tiempo a la oración, a la lectura de la Palabra y a compartir con otros las buenas nuevas, estamos cuidando este regalo. Al contrario, cuando ignoramos nuestra vida espiritual y vivimos como si la salvación no existiera, corremos el peligro de caer en la apatía y el descuido. Es por eso que se nos llama a permanecer firmes y a no olvidar jamás lo que Cristo hizo por nosotros.

Podemos compararlo con una herencia: si alguien recibe una herencia millonaria, lo más lógico es que la cuide, que la administre sabiamente y que no la desperdicie. Con mayor razón, debemos cuidar la herencia celestial que hemos recibido en Cristo, porque no tiene comparación con ninguna riqueza material.

Querido lector, la salvación no es algo que debamos tomar a la ligera, es la manifestación más grande del amor de Dios hacia nosotros. Jesús mismo pagó un precio altísimo en la cruz para que tú y yo pudiéramos disfrutar de este regalo. No lo dejes a un lado, no lo ignores, no permitas que las distracciones de la vida lo opaquen. Vive agradecido, valora la gracia y haz de tu vida un testimonio que refleje ese regalo eterno.

Reflexión final: Hoy es el día para detenernos y preguntarnos: ¿estoy cuidando el regalo de la salvación que Dios me ha dado? Recordemos que un regalo se disfruta, se cuida y se comparte. De la misma manera, la salvación debe inspirarnos a vivir para Dios, a compartir con otros lo que Él ha hecho y a permanecer firmes en el camino de la fe. No descuidemos jamás una salvación tan grande.

Estemos preparados para la venida del Señor
Dios se compadece según la multitud de sus misericordias