Iglesia Vale da Bênção (en español Valle de la bendición) en Brasil hizo una publicación donde se muestra una joven que estaba paralítica y que fue curada mientras adoraban a Dios.
Vale da Bênção está dirigida por los pastores brasileños Ary y Naely, los cuales estaban presentes cuando ocurrió la sanidad de esta joven.
La joven curada durante el culto que se efectuaba en la Iglesia valle de la bendición. Esta joven fue diagnosticada con una patología llamada discopatía degenerativa de D5-D6 y D7-8, que afectaba el disco que se encuentra entre dos vertebras de la columna.
Vanessa Suosa, de 22 años fue la joven que nunca perdió la esperanza de que un día podría ocurrir un milagro de parte de Dios para su vida.
En un vídeo se muestra como la joven junto a sus familiares y hermanos de la iglesia se paraba de su silla siendo sanada por la oración de los hermanos allí presentes.
Esta parálisis de esta joven era grave, pero lo real es que para Dios no hay nada difícil. Dios todo lo puede, esta joven creyó en que Dios podía hacer un milagro en su vida.
También debemos creer fielmente en el Señor, que en la misma palabra de Dios dice que si tuviéramos fe como un granito de mostaza, le diremos a un monte muévete y se moverá. Pero sabemos qué fue lo que quiso decir Jesús con esto, es que a la hora de una dificultad o problema, no perdamos la fe, sino que marchemos hacia adelante en el nombre del Señor.
Nos gustaría saber qué opinas sobre la sanidad hoy en día. Déjanos un comentario, aquí debajo te dejaremos el vídeo.
Reflexión final
Historias como la de Vanessa nos recuerdan que Dios sigue siendo el mismo de ayer, de hoy y por los siglos. Los milagros no pertenecen únicamente a los relatos antiguos de la Biblia, sino que siguen siendo una manifestación real del poder de Dios en nuestros días. La fe genuina es el puente que conecta nuestra necesidad con la gracia del Señor, y cuando una persona cree con todo su corazón, Dios puede obrar de maneras que desafían el entendimiento humano.
Es importante recordar que los milagros no son un espectáculo, ni tampoco una garantía de que Dios siempre actuará de la misma forma en cada caso. Más bien, son expresiones de Su voluntad y de Su soberanía. Lo que se nos pide como creyentes es mantener la fe, aun cuando la respuesta de Dios parezca tardar. En ocasiones, el milagro se manifiesta en una sanidad inmediata y visible; en otras, se manifiesta en la fortaleza y paz que Él otorga para soportar la prueba. En cualquier caso, Dios es glorificado.
El testimonio de esta joven también nos desafía a examinar nuestra propia vida espiritual. ¿Estamos cultivando una fe viva que nos impulse a esperar en Dios aun cuando la situación parece imposible? ¿Estamos dispuestos a reconocer que nuestra esperanza no depende de lo que vemos, sino de lo que creemos en el Señor? La Escritura nos anima en Hebreos 11:1 diciendo: “Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve”.
Por eso, este tipo de testimonios deben animarnos a fortalecer nuestra relación con Dios, a no dejar que la duda apague nuestra confianza y a recordar que cada oración sincera tiene poder delante del trono de la gracia. Como iglesia, también somos llamados a interceder los unos por los otros, a unirnos en oración y a vivir como un cuerpo que cree en el obrar del Espíritu Santo en el presente.
Que este testimonio sea un recordatorio de que el poder de Dios no tiene límites y que la fe abre puertas que lo humano no puede abrir. No importa cuál sea nuestra situación, siempre habrá esperanza en Cristo. Él sigue siendo nuestro sanador, nuestro refugio y nuestro pronto auxilio en la tribulación.