Dos son mejor que uno, esta es una gran verdad que debemos tener en cuenta, y nos hace recordar un dicho muy popular: La unión hace la fuerza.
Desde el principio de la creación, Dios estableció que no es bueno que el hombre esté solo. La vida en comunidad, la familia, los amigos y aún los compañeros de trabajo son un recordatorio de que hemos sido creados para vivir en unidad. Cuando aprendemos a caminar junto a otros y a reconocer el valor del trabajo en equipo, descubrimos que nuestros esfuerzos producen mayores frutos.
Es clara la enseñanza que veremos a continuación en el libro de Eclesiastés, de que dos personas pueden obtener resultados mejores que si fuera una sola persona. Cuando dos personas están unidas, hay muchas ventajas, por ejemplo, si uno cae, el otro lo ayuda a levantarse; si uno no puede hacer algo, el otro puede hacerlo; cuando uno se sienta desanimado, el otro le dará aliento para continuar; cuando uno vaya a cometer un error, ahí estará el otro para abrirle los ojos:
Mejores son dos que uno; porque tienen mejor paga de su trabajo.
Eclesiastés 4:9
Muchos piensan que solos pueden resolver todo lo que necesitan, que no requieren de nadie para enfrentar las dificultades de la vida. Sin embargo, esta es una visión limitada, pues en el momento de mayor debilidad o angustia, siempre es necesaria una mano amiga que sostenga, que dé apoyo y que anime a seguir adelante.
Dos personas unidas, que actúan bien y que saben tomar dirección que viene de parte de Dios, son más fuertes, pueden llevar a cabo cualquier proyecto que se propongan porque se apoyan el uno al otro. Esta verdad aplica no solo en la vida espiritual, sino también en lo familiar, en lo laboral y en la sociedad. Una pareja que ora junta, una familia que permanece unida en medio de las pruebas o un grupo de hermanos en la fe que trabajan juntos para la obra de Dios, son ejemplos claros de la bendición que hay en la unión.
Podemos poner un breve ejemplo de dos cuerdas: si pones una sola para amarrar algo, esta no tendrá la misma fuerza que poniendo dos unidas, porque la carga que debía soportar una sola se divide entre dos, y cada una solo tendrá que soportar la mitad del peso. A estas cosas es que se refiere Salomón en este verso. Si no me crees, aquí te tengo otro versículo que nos ilustrará mejor al respecto:
También si dos durmieren juntos, se calentarán mutuamente; mas ¿Cómo se calentará uno solo?
Eclesiastés 4:11
Este pasaje nos muestra que la compañía no es un lujo, sino una necesidad. Así como dos personas pueden calentarse mutuamente en una noche fría, también en la vida diaria podemos sostenernos unos a otros cuando la carga es pesada o cuando el camino se hace difícil. No se trata únicamente de compartir alegrías, sino también de compartir lágrimas, pruebas y momentos de lucha.
Es imposible pensar que uno podrá más que dos. En el versículo anterior podemos ver que dos personas se benefician mutuamente. Hay cosas que quizás una sola persona puede lograr, pero con otra persona a su lado es más fácil. También habrán otras cosas que serán imposibles lograr uno solo. Por eso fue que Dios creó ayuda idónea para el hombre en el huerto del Edén. La mujer fue puesta al lado del hombre no como competencia, sino como complemento, como alguien que lo acompañara en todo momento.
En el plano espiritual, la Biblia nos exhorta a no dejar de congregarnos (Hebreos 10:25). Esto es porque en la comunión con otros creyentes encontramos fortaleza, ánimo y dirección. Cuando uno se debilita, otro puede levantarlo en oración; cuando uno se desanima, otro le recuerda las promesas de Dios. La fe compartida se multiplica, y la esperanza se renueva.
Reflexionemos entonces en la importancia de la unidad. No fuimos diseñados para caminar solos, sino para compartir el viaje de la vida con otros. Dos son mejor que uno porque juntos pueden vencer obstáculos que solos serían imposibles de superar. Así que valoremos la compañía de aquellos que Dios ha puesto en nuestro camino y seamos también apoyo para otros en sus momentos de necesidad.
En conclusión, el mensaje de Eclesiastés sigue siendo actual: la unión hace la fuerza, y cuando esa unión está dirigida por Dios, nada puede detener el propósito divino en nuestras vidas. No caminemos solos, busquemos siempre la bendición de caminar en compañía, y recordemos que si uno cae, el otro lo levantará.