En todo tiempo ama el amigo

La amistad es uno de los regalos más hermosos que Dios nos ha permitido disfrutar. No se trata simplemente de compartir momentos de diversión o de compañía superficial, sino de cultivar una relación sincera, profunda y llena de apoyo mutuo. Si es tu amigo, pues ámale, ya que el verdadero amigo no solo está en los momentos buenos, aquel que es tu verdadero amigo se conocerá cuando también se te presenten problemas, cuando estés afligido, el que está presente en esos momentos es el verdadero amigo.

El verdadero amigo es aquel que te habla con sinceridad, que si ve un peligro delante, este no te dejará caer, más bien te avisará para que sigas adelante. Este en verdad sí es un amigo que está pendiente, que te ama. No se trata de alguien que te dice solo lo que quieres escuchar, sino de aquel que, aunque sus palabras duelan en el momento, busca lo mejor para tu vida. Esa sinceridad es una muestra de amor real y de compromiso verdadero.

Amigo también es aquel que se acerca a tus oídos y te da un consejo, que te habla de cosas que pueden ayudar a tu vida, a reflexionar si estás dando un mal paso. Muchas veces Dios utiliza a esas personas especiales para advertirnos y cuidarnos, recordándonos que no estamos solos en nuestro caminar. Un buen consejo puede evitar grandes caídas, y solo quien te ama de verdad se toma el tiempo de aconsejarte con paciencia y ternura.

En todo tiempo ama el amigo, y es como un hermano en tiempo de angustia.

Proverbios 17:17

Este versículo confirma lo que dijimos anteriormente, que el amigo está presente con nosotros en los tiempos de angustia. Hay personas que están contigo en tiempos de bendición, pero analiza si ellos estuvieron también ahí en tu proceso. Hemos visto muchos testimonios de personas que alcanzan éxito, ya sea dinero, fama, etc., y estos son rodeados de muchas personas que supuestamente son amigos. Sin embargo, cuando se acaba el éxito, cuando la fama se va, cuando el dinero se acaba, cuando pasan duras calamidades, entonces estos falsos amigos desaparecen y solo quedan a su lado los que realmente son amigos.

A ese tipo de amigos, a los que estuvieron con nosotros en la crisis, a esos es que debemos amar. Esos son los amigos que el proverbista dice que son como hermanos en tiempos de angustia. A estos amigos son los que hay que amar en todo tiempo, como dice la Escritura, pero ¿por qué dice «en todo tiempo»? Porque debemos ser igual que ellos, también debemos estar con ellos y consolarlos cuando a ellos les llegan esos tiempos de calamidades. La verdadera amistad no es egoísta, sino recíproca y generosa.

En la vida todos atravesamos procesos difíciles: enfermedades, pérdidas, problemas económicos o familiares. Es precisamente en esos momentos cuando más valoramos la presencia de alguien que se queda a nuestro lado. No hay nada más reconfortante que un abrazo sincero, una llamada inesperada o una oración levantada por un amigo que nos ama. Eso vale más que cualquier regalo material y permanece como un tesoro en el corazón.

Por eso, debemos también aprender a cultivar y cuidar esas amistades que Dios nos regala. No basta con recibir, también debemos dar. Ser amigo implica escuchar, apoyar, compartir tiempo y estar dispuesto a sacrificarse por el bien del otro. Jesús mismo nos dio el más grande ejemplo de amistad al entregar Su vida por nosotros, mostrándonos que el amor verdadero se demuestra en acciones concretas y no solo en palabras bonitas.

Querido lector, si tienes un verdadero amigo, agradécele a Dios por su vida y cuídalo. Recuerda que un amigo fiel es como un hermano dado por el Señor para acompañarnos en este mundo. Y si aún no cuentas con alguien así, ora y confía, porque Dios sabe proveer a las personas correctas en el momento adecuado. Y sobre todo, esfuérzate tú también en ser ese amigo leal que ama en todo tiempo.

Conclusión: La amistad verdadera es un regalo de Dios que debe valorarse y cultivarse. El verdadero amigo se distingue porque permanece en los momentos de prueba y porque nos ayuda a crecer espiritualmente y emocionalmente. Ama a tus amigos sinceros, cuida de ellos, y recuerda que la Palabra nos exhorta a ser como hermanos en tiempos de angustia. Así, nuestra vida estará rodeada de relaciones que edifican, sostienen y glorifican a Dios.

Mejor son dos que uno
Bienaventurado es el hombre a quien Dios castiga