El marido debe cumplir con la mujer y la mujer con el marido

El hombre y la mujer son una sola carne, por eso ese amor debe ser mutuo, deben respetarse, amarse, ayudarse en todo lo que sea posible y necesario y cumplir el deber conyugal.

La misma Biblia habla acerca del respeto que el hombre debe tener a su esposa, aquella la cual cual ha dado para que esté a su lado, tanto en momentos buenos, como también malos.

Por eso hombre, pídele a Dios cada día por tu esposa, que Dios la ayude y la bendiga siempre en su entrada y salida, tratarla con amor y respeto ya que es un ser sensible como dice la Biblia, ella es un vaso frágil. El apóstol Pablo dice lo siguiente acerca del deber conyugal del esposo y de la esposa:

3 El marido cumpla con la mujer el deber conyugal, y asimismo la mujer con el marido.

4 La mujer no tiene potestad sobre su propio cuerpo, sino el marido; ni tampoco tiene el marido potestad sobre su propio cuerpo, sino la mujer.

1 Corintios 7:3-4

En esta carta podemos entender que siendo un matrimonio cristiano, tanto el hombre como la mujer deben atenderse el uno al otro, pues el primer verso los que vimos anteriormente dice: «El marido cumpla con la mujer el deber conyugal, y asimismo la mujer con el marido». Si no sabes qué quiere decir «el deber conyugal», el versículo 4 te arrojará luz: «La mujer no tiene potestad sobre su propio cuerpo, sino el marido», y eso mismo lo dice viceversa: «ni tampoco tiene el marido potestad sobre su propio cuerpo, sino la mujer».

Aquí la Biblia manda a los hombres y a las mujeres a no negarle ese manjar que Dios creó para el disfrute en el matrimonio (usted sabe de lo que estoy hablando). El negar esta bendición es una práctica muy utilizada aún dentro de muchos matrimonios cristianos y esto no debe ser así, ya que acabamos de leer que hay que cumplir con esto y que el hombre no tiene potestad sobre su cuerpo sino la mujer, y la mujer no tiene potestad sobre su cuerpo sino el hombre.

Así que, mujer de Dios, no niegues esa gran bendición, deja que ese hombre sea bendecido para que todo vaya bien, y tú hombre, haz el esfuerzo para bendecir esa mujer preciosa que Dios te dio, para cumplir con Su Palabra y para que ese matrimonio siga siendo fortalecido en el Señor.

El matrimonio como pacto divino

No podemos olvidar que el matrimonio no es solo un contrato social, sino un pacto divino establecido por Dios desde el principio de la creación. Génesis 2:24 nos recuerda: «Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne». Esto nos muestra que la relación conyugal va mucho más allá de lo físico, pues se trata de un vínculo espiritual y emocional que debe mantenerse bajo el temor de Dios.

Cuando los cónyuges entienden esta verdad, aprenden que el amor no debe ser egoísta, sino sacrificial, buscando siempre el bien del otro antes que el propio. La comunicación, la paciencia y el perdón son claves para que esta unión se mantenga firme y bendecida a lo largo de los años.

El respeto mutuo en la vida diaria

El respeto mutuo no se demuestra solamente en las grandes decisiones, sino también en los pequeños detalles del día a día. Un gesto de ternura, una palabra de ánimo o un simple «gracias» pueden marcar la diferencia en el ambiente del hogar. Muchas veces las discusiones y los problemas matrimoniales surgen por falta de consideración en cosas pequeñas, que con el tiempo se convierten en grandes heridas.

El apóstol Pedro también aconseja a los esposos que traten a sus esposas como a vaso más frágil, con honor, para que las oraciones no tengan estorbo (1 Pedro 3:7). Esto significa que la forma en que tratamos a nuestra pareja influye directamente en nuestra relación con Dios. No se trata solo de evitar pleitos, sino de cultivar un ambiente de armonía donde ambos puedan crecer espiritualmente y disfrutar de la vida en común.

Aplicación práctica para los matrimonios cristianos

Hoy en día muchas familias se rompen porque no se toma en serio la enseñanza bíblica sobre el amor y el deber conyugal. La influencia de la sociedad, que promueve el individualismo y el egoísmo, choca con el diseño divino donde el hombre y la mujer se entregan el uno al otro. Para mantener un matrimonio fuerte es necesario cultivar la oración en pareja, leer la Palabra juntos y mantener la comunión con la iglesia. De esta manera, el hogar se convierte en un refugio de paz y testimonio de la gracia de Dios.

Un matrimonio cristiano que vive bajo la obediencia a estos principios se convierte en ejemplo para sus hijos y para la comunidad. Los niños que crecen en un hogar donde hay respeto, amor y comunión con Dios tendrán más probabilidades de construir familias sanas en el futuro. Así, el círculo de bendición se extiende a las siguientes generaciones.

Conclusión

En conclusión, el deber conyugal no se limita a lo físico, sino que abarca el respeto, el amor y el cuidado mutuo en todas las áreas de la vida matrimonial. El hombre y la mujer, como una sola carne, deben vivir conscientes de que son responsables delante de Dios de cultivar una relación que honre al Creador. Cumplir con este mandamiento no solo fortalece el vínculo conyugal, sino que también atrae la bendición divina sobre el hogar.

Querido lector, si eres esposo o esposa, pide a Dios la sabiduría para amar y respetar a tu cónyuge como Él manda. Recuerda que el matrimonio es una oportunidad para reflejar el amor de Cristo por Su iglesia, un amor fiel, paciente y eterno. Vive tu relación bajo este diseño divino y verás cómo tu hogar será un lugar de paz, gozo y prosperidad espiritual.

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